Los ciegos ante el ser trascendente

“Los ciegos para el Ser pasan, incluso, por ser los únicos que ven de verdad.”
Martin Heidegger

domingo, 16 de septiembre de 2007

COMENTARIO PSICOLÓGICO SOBRE EL SER (I)

Es necesario tener muy claro qué es el Conocimiento dentro del Cuarto Camino pues es esencial si se quiere progresar interiormente distinguirlo del conocimiento corriente proveniente de las influencias A de la vida mecánica y adormecida.

El conocimiento en el Trabajo no se refiere a nada que corrientemente se llame conocimiento en la vida; no se refiere al conocimiento académico de los catedráticos de Historia, Filosofía, Física, Literatura, etc.; no se refiere a ningún tipo de conocimiento que sólo tenga que ver con la argumentación racional y su apoyo en los datos de la memoria. El conocimiento en el Sistema que nos legó Gurdjieff tiene una sublimidad y profundidad enorme y es necesario trabajar sobre esta línea del Conocimiento (Psicología y Cosmología) tanto como sobre la línea del Ser (Observación de Sí, Recuerdo de Sí, Consideración Externa, etc.) para llegar a vislumbrar o comprender verdaderamente lo que es el Trabajo. Si no es así este conocimiento psicológico y cosmológico se queda, como todo conocimiento perteneciente a la vida, como unos datos en la memoria que no calan en nuestro ser y que no nos llevan a un aumento de la calidad y profundidad sublime de nuestro ser en todos sus centros equilibrados e integrados, es decir al Hombre Nº 4 u Hombre equilibrado como primer objetivo del Trabajo.

Hemos hablado en un artículo anterior, en este mismo blog, sobre las influencias o conocimientos de tipo A, B y C. Pues bien, el conocimiento corriente pertenece a las influencias de tipo A. Quiero decir: quien enfoca el Trabajo como una pura teoría psicológica perteneciente a la psicología académica occidental o como pura Cosmología al tipo de la astronomía científica, por ejemplo, está en la más plena ignorancia sobre él. Se cumple aquí el dicho que el nivel de ser limita nuestra visión de las cosas. Un ser perteneciente exclusivamente a la “Tierra” no puede percibir otra cosa que lo referente a su nivel.

En el Trabajo existen dos áreas a desarrollar para poder acceder a un proceso de transformación interior, el cual siempre se apoya en la consciencia. Estas dos áreas son el Conocimiento y el Ser. La parte del conocimiento en principio se refiere a conocer el sistema del Cuarto Camino, su terminología y la relación de cada parte de sus enseñanzas y principios con las demás partes y abarca las dos dimensiones ya dichas (Psicología y Cosmología). Pero si queremos comprender este conocimiento y asimilarlo completamente en nuestro ser total es necesario, como decimos, el Trabajo sobre el Ser. Es aquí donde comienza la comprensión, la cual está indisolublemente unida al Trabajo en el ámbito del Ser. De otro modo se quedaría en meros recuerdos que están en la memoria, en datos teóricos sin conciencia auténtica de los mismos. Por tanto este conocimiento del Cuarto Camino que exige tiempo y esfuerzo debería conducir a un des­arrollo del conocimiento de Sí cuando el hombre trabaja. No obstante, sabemos que existen diferentes niveles de Hombre o de ser en el Trabajo (Ver en este mismo blog “De la Clasificación del Hombre en el Trabajo”).

Pero, ¿qué es el ser? Debemos tener en cuenta que se reconocen tradicionalmente cuatro reinos en la naturaleza (aparte del Ser Divino) y cada uno de ellos tendría un nivel diferente de ser: Las piedras, las plantas, los animales y el hombre existen en diferentes planos de ser. El ser de una cosa pertenece a su origen, depende de qué planos del Universo procede, es decir, de su naturaleza íntima; su existencia, en cambio, es causada por su naci­miento: Si no nace no existe actualmente, sólo existiría en potencia como dirían Aristóteles y Santo Tomás, por citar filosofías del Acto y de la Potencia: Las plantas, los animales, los minerales, el hombre existen desde su nacimiento o generación, pero el ser de cada uno de ellos es completamente diferente del de los demás y esta diferencia no depende del nacimiento sino, como afirma el Trabajo, de su concepción u origen; de su naturaleza íntima.

La gran diferencia en cuanto al Ser surge con el hombre respecto de las plantas y aún de los animales ya que el ser del hombre es capaz de desarrollarse a sí mismo intencionalmente mediante un Trabajo basado en un Sistema Consciente y el de estos últimos no. Por tanto, el ser de las plantas y animales, por ejemplo, nace completo o, al menos, nada han de hacer especialmente para proseguir su desarrollo, en cambio, el ser del hombre nace incompleto y si no realiza un esfuerzo especial permanecerá en un nivel inferior del que está destinado a poseer. Los animales o las plantas y aún más los minerales por el sólo hecho de nacer adquieren el nivel de ser que les corresponde sin realizar ningún trabajo especial, El hombre no. Esta es una de las ideas esenciales a retener.

Podemos comprender perfectamente, centrándonos ya en el hombre, que el nivel de conocimientos de un hombre respecto de otro sea muy diferente, pero no comprendemos fácilmente que sean diferentes en el nivel de ser. Aparentemente consideramos a todos los hombres con el mismo nivel de ser y es más, la cultura imperante en la vida nos lleva a esa consideración falsa de poseer todo hombre el mismo nivel de ser. Sin embargo, afirma Nicoll: “desde el punto de vista de esta enseñanza no se considera a la humanidad como una sola y misma cosa. Los hombres no son iguales en relación con su ser. Para empezar, en esta enseñanza el concepto Hombre se divide en siete categorías: El Hombre No 1, cuyo centro de gravedad está en sus instintos y movimien­tos, en su vida física; luego el Hombre No 2, cuyo centro de gravedad está en su vida emocional; luego el Hombre Nº 3, cuyo centro de gravedad está en su vida intelectual. Estas tres categorías forman la humanidad mecánica, el círculo exterior de la humanidad, el de los hombres que no se comprenden los unos a los otros. Como saben ustedes, se le llama el círculo de la confusión de las lenguas, el círculo de Babel. Luego hay el Hombre Nº 4, cuyo centro de gravedad no está en el Centro Instintivo-Motor ni en el Centro Emocional ni en el Centro Intelectual sino que está distribuido entre ellos. Este es el hombre equilibrado, cuyo desarrollo ha dejado de ser parcial y que ha empezado ya a despertar. Luego está el círculo de la humanidad consciente: los Hombres Nº 5, Nº 6 y Nº 7, y éstos son hombres que han sufrido diferentes grados de transformación o renacimiento o des­arrollo, en suma, los hombres que han logrado una nueva concepción. Ahora bien, estas siete divisiones de la idea general del Hombre significan siete grados o categorías de ser.” (Maurice Nicoll, Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky, Volumen I, Octava edición, Editorial Kier, Buenos Aires, 1996, pp. 151-152).

Es sabido que los Hombres Nº 1, No 2 y Nº 3, pertenecen a la humanidad mecánica o "humanidad dormida"; sin embargo, entre ellos -y a pesar de sus diferencias- tienen en común que viven sólo bajo influencias A, que, como sabemos, son influencias creadas dentro de la vida: la política, la economía, las ciencias, la historia, las costumbres, etc. No obstante, en algunos de estos tres tipos del hombre mecánico (entre los cuales en principio nos encontramos todos) pueden influir en parte las influencias B que son aquellas que, creadas fuera de la vida, en el círculo de la humanidad consciente, sin embargo al ponerlas por escrito pierden algo de su pureza y se mezclan con las influencias A aunque sea en una pequeña parte. Este sería el motivo por el cual los grandes iniciados de la Historia o el mismo Cristo no quisieron dejar nada escrito. Serían influencias B, por ejemplo, las contenidas en el Corán, los Vedas o la Biblia.

Algunos de los pertenecientes a los tres primeros tipos de Hombre (Hombres Nº 1, Nº 2 y Nº3) pueden tener mayor cantidad de influencias A que B -o al revés- e incluso pueden tener acceso en alguna ocasión a las influencias C que provienen del Círculo de la Humanidad Consciente directamente al ponerse en contacto con ellos, “a saber, con alguien que pertenece al círculo consciente de la humanidad, con alguien que ha renacido, que es reconcebido, tal como los discípulos se pusieron en contacto con Cristo. Algunos ya están en ca­mino de convertirse en Hombres Nº 4. Todos estos diferentes estados sig­nifican diferentes niveles de ser.” (Maurice Nicoll, Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky, Volumen I, Octava edición, Editorial Kier, Buenos Aires, 1996, p. 152).

Sin embargo, aunque parezca extraño a la moderna psicología y al pensamiento social o “políticamente” correcto de hoy en día, la idea de diferentes niveles de ser pertenece a las tradiciones religiosas o esotéricas desde siempre. Un santo, un iniciado, un adepto tenían un nivel de ser diferente que un pecador (religión) o que un hombre normal. De este modo, “Hombres bue­nos, hombres malos, hombres malvados, hombres verídicos, mentirosos, hom­bres sinceros, hombres pacientes, hipócritas, hombres justos, hombres vanos, y así sucesivamente, son todos términos que se refieren al lado del ser, no al lado del conocimiento en el hombre. En la actualidad la gente ha llegado a creer que lo que un hombre es no tiene importancia en vista de lo que conoce. Hasta creen que un hombre que tiene un ser criminal puede ser un gran pensador o un gran científico o un gran artista o un gran escritor.” (Maurice Nicoll, Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky, Volumen I, Octava edición, Editorial Kier, Buenos Aires, 1996, p. 152).

En sucesivos artículos intentaré aclarar estos comentarios sobre el Ser que nos legó Maurice Nicoll siguiendo estrictamente las enseñanzas de Gurdjieff en sus Comentarios psicológicos sobre las Enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky.

1 comentario:

  1. La valoración en el trabajo es el primer paso para llegar a que éste forme parte integral de nuestra vida; por tanto, yo he leído y releído este escrito sabiendo que esta enseñanza cuanto más se la intenta aprehender desde un interés puro y una valoración interior -que penetre el sentido emocional, o sea, "querer" el Trabajo que conlleva, "amarlo" en justa correspodencia a su Valor insustituíble-, tánto más aumenta el nivel de comprensión.

    Dichas enseñanzas, en cada nuevo y verdadero esfuerzo de "dilucidación" y "Trabajo" sobre los centros, penetran y quedan depositadas en el sitio donde está acumulada la consciencia creada en cada vislumbre del "ser" a lo largo de su existencia, lugar que, a tal efecto, es habilitado dentro del propio "ser" a través de la "comprensión". Comprensión que, junto con la "enseñanza del Trabajo", es la fuerza más poderosa que existe, la verdadera fuerza transformadora del espíritu.

    Con el tiempo se llega a sentir que uno/a no puede pasar sin el Trabajo, que éste se convierte en un fuerte asidero a lo largo de la vida en los conflictos que nos siguen afectando, cada vez en menor medida, conforme el Trabajo, al ser realizado con verdadera dedicación, produce su efecto altamente beneficioso dentro del "ser", generándose entonces cierto desapego de los propios conflictos existenciales, hasta que se llega a sentir un (cada vez más) total dominio en las diferentes situaciones a que todos, ahora ya, asistimos como meros espectadores, en la mayoría de las ocasiones, produciendose así un ajuste entre el desequilibrio de la "falsa personalidad", personalidad formada por la vida, que ahora, cada vez es más pasiva, y la fuerza del Trabajo actuante , que ahora sí ejerce su dominio progresivo dentro del "ser", hasta que la persona y el Trabajo sean una misma cosa.

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