Los ciegos ante el ser trascendente

“Los ciegos para el Ser pasan, incluso, por ser los únicos que ven de verdad.”
Martin Heidegger

miércoles, 16 de diciembre de 2009

El "Otro" y el "Sí mismo".



No existe mayor error que el error de la separatividad. Este error gnoseológico, ontológico y ético consiste en considerarnos islas separadas y autónomas sin relación moral con los otros sujetos.

El que profesa el error de la separatividad egoísta no admite otras relaciones con sus semejantes en general, es decir, la humanidad -otras conciencias de "sí mismo" como la suya- sino las que se derivan de aquellas relaciones egoístas y materiales que nos vemos forzados a mantener a consecuencia de la naturaleza densa o material del ámbito donde funcionan los sentidos de nuestra corporalidad, es decir, las económicas, políticas o sociales puramente estratégicas sin auténtico sentimiento de humanidad.

De este modo, estas identidades humanas van constituyéndose de un modo bastante empobrecido, ya que nuestro interior está compuesto de lo que pensamos, sentimos y hacemos.

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Juan Antonio Dianes Rubio. Identidad y Ética. La Constitución ética del "Sí mismo" en la filosofía de Paul Ricoeur. Quinta Parte: Ontología del «sí», hermenéutica y ética. Capítulo XI: Eticidad y ontología. Universidad de Cádiz, 2003.  Páginas 352-354.

3. Alteridad y ontología del «sí mismo».

Según Ricoeur la alteridad no es algo externo a la propia identidad del o ipseidad sino que pertenece a su propia constitución, por lo tanto hay que considerarla incluida en el sí desde un plano propiamente otológico. Este es por tanto el estatuto teórico de la alteridad en su filosofía.
Por otra parte, la dialéctica entre ipseidad y mismidad tiene en él un carácter predominantemente disyuntivo mientras que la de la alteridad frente a la ipseidad en cambio no lo tiene por la razón antes dicha, porque el «otro» forma parte ya del desde la propia constitución del mismo. Es interesante destacar aquí la semejanza y la diferencia en este aspecto con la filosofía de Levinas.361
En Ricoeur, la filosofía-ética de la alteridad radical del otro, como responsabilidad, queda superada por la equilibrada antropología (mente, corazón cuerpo) en que Ricoeur basa su teoría de la ipseidad y la ética subsecuente que construye sobre ella.
Hemos aludido ya repetidas veces en este trabajo, incluso aventurándonos a interpretar a Ricoeur, más lejos que donde el propio autor quiere llegar, a este formar parte el «otro» del «sí-mismo»; aquí el propio autor nos da la razón. El otro forma parte constitutivamente de la propia ipseidad y, por eso, la constitución de la ipseidad tiene un profundo sentido ético: debo amar o considerar al otro como a mí mismo porque el otro forma ya parte de mí intelectual, emotiva y socialmente con todo lo que la sociedad supone de espiritual y de material. Nos encontramos, por tanto, en el núcleo de esta relación entre ipseidad y alteridad. Vemos al propio tiempo que la dimensión ética está íntimamente unida a esta constitución ontológica del sí.
En relación con esta ontología del sí, Ricoeur afirma que la alteridad se manifiesta en la ipseidad mediante las plurales experiencias de pasividad que nos constituyen. En este sentido la pasividad es la atestación de la alteridad, afirma el autor, aplicando la categoría central de atestación también a esta relación alteridad-ipseidad.362
En efecto, gracias a las experiencias de pasividad tomamos conciencia de que nuestra vida no es posible sin el otro o sin la alteridad de las cosas que inciden en nuestro sí-mismo. De este modo somos conscientes que no es posible vivir en plenitud sino mediante el proyecto ético; así mismo mediante el deber de incluir la dignidad del otro en este proyecto y tratarlo como a un «fin en sí» (con respeto) y, también, haciendo uso en caso de conflicto entre «proyecto» y «deber» de la phrónesis o sabiduría mediante el examen sabio de nuestra vida, en virtud de una revisión de los principios éticos que dirigen nuestro proyecto y encontrando así soluciones a las contradicciones entre «proyecto» y «norma».
Se deriva de este formar parte la alteridad de la ipseidad otra consecuencia que enlaza con un aspecto central de la filosofía del autor. Se trata del «cogito quebrado» o «herido». Es decir de la no ocupación del fundamento por parte del sí mismo, de modo que el  no pueda ser exaltado como en las filosofías del cogito (Descartes, Husserl…) ni humillado como en las filosofías anti-cogito (Nietzsche).363



361 “La alteridad no se añade desde el exterior a la ipseidad, como para prevenir su derivación solipsista, sino que pertenece al tenor del sentido y a la constitución ontológica de la ipseidad: este rasgo distingue claramente a esta tercera dialéctica de la de la ipseidad y de la mismidad, cuyo carácter disyuntivo seguía siendo dominante”.(Sí mismo como otro,  pág. 352).
            Por otra parte en el prólogo a la obra De otro modo, la lectura que Ricoeur hace de esta obra de Levinas, afirma Manuel Maceiras “Sin embargo, la experiencia del «incesante barullo del hay», al que responde Levinas con su hiperbólica argumentación, le sitúa en contradicción con Ricoeur para quien, si bien la alteridad nos conmina de muchas maneras, porque el rostro del otro no tiene sentido unívoco, ella es, en todos los casos, solicitud personalizada de responsabilidades que se hacen explícitas como exigencia del cumplimiento de las promesas, en cuya estructura está siempre incluido «otro yo», aquel al que prometo. El «yo» se identifica, se hace sí mismo en el cumplimiento de las promesas y se deshace en su incumplimiento. La promesa es, en consecuencia, la piedra de toque de la propia ipseidad o identidad conseguida, en cuanto alcanzada por uno mismo pero por la mediación del otro. El «yo» no coincide, pues con el «sí mismo» de aquél salimos, a éste llegamos, concluiría Ricoeur. Distancia no reconocida por Levinas y que, a la postre, contrapone sus filosofías”. (Paul Ricoeur, Autrement. Lecture d´Autrement qu´être ou  au-delà de l´essence d´Emmanuel Levinas, Presses Universitaires de France, París, 1991; trad. De otro modo. Lectura de De otro modo que ser o más allá de la esencia de Emmanuel Levinas, Anthropos, Barcelona, 1999).
362 “Para fijar el vocabulario, admitamos que el garante fenomenológico de la metacategoría de alteridad, es la variedad de las experiencias de pasividad, entremezcladas de múltiples formas en el obrar humano”. (Sí mismo como otro, pág. 352).

 363 “He hablado en el prefacio de esta obra de cogito quebrado, para explicar esta situación ontológica insólita. Ahora es preciso añadir que constituye el objeto de una atestación también quebrada, en el sentido de que la alteridad  unida a la ipseidad se atestigua sólo en experiencias inconexas, según una diversidad de focos de alteridad”. (Sí mismo como otro, pág. 353).