Los ciegos ante el ser trascendente

“Los ciegos para el Ser pasan, incluso, por ser los únicos que ven de verdad.”
Martin Heidegger

domingo, 6 de marzo de 2011

Razón, hermandad y libertad frente a dogmatismo y violencia


Lo que han experimentado Túnez y Egipto -que aún es un proceso incierto pero potente-, lo que experimenta Libia, lo que ya experimentó la antigua Unión Soviética y, de alguna manera, lo que espera a todos aquellos dirigentes, partidos, personas particulares o Estados que se apoyan en la violencia y no en la razón es lo que aparece sintetizado en este pequeño fragmento textual del gran filósofo Inmanuel Kant.

Todos aquellos que defienden cualquier tipo de violencia como forma política ideológica o cultural de actuación frente a los problemas del mundo; que defienden formas teóricas o doctrinales, en suma, que no tengan por principio que la persona por su propia naturaleza, es algo sagrado y objeto del mayor amor, respeto y atención que podamos ofrecer, es decir, los que profesan o defienden cualquier tipo de ideología permeada de desprecio, odio o rechazo del semejante por razones de tipo ideológico, religioso, sexual, político o racial no están en el camino de las correctas relaciones humanas.

Lo que dice Kant se refiere propiamente a los Estados pero es extrapolable en sentido ético a las relaciones entre todo tipo de grupos o comunidades, si tenemos en cuenta que las relaciones entre personas o grupos pueden ser, en esencia, de dos clases: o bien de separatividad o bien de armonía bajo el imperativo de la auténtica justicia con base ética.

"Un estado civil de derecho (político) es la relación de los hombres entre sí en cuanto están comunitariamente bajo leyes de derecho públicas (que son en su totalidad leyes de coacción). Un estado civil ético es aquel en el que los hombres están unidos bajo leyes no coactivas, esto es: bajo meras leyes de virtud.

Ahora bien, así como al primer estado es contrapuesto el estado de naturaleza en cuanto al derecho (que no es siempre por ello un estado conforme a derecho), esto es: el estado de naturaleza jurídico, así del último se distingue el estado de naturaleza ético. En ambos cada hombre se da a sí mismo la ley, y no hay ninguna ley externa, a la cual se reconozca sometido junto con todos los otros. En ambos cada hombre es su propio juez, y no hay ninguna autoridad pública poseedora del poder, que según leyes determine con fuerza de derecho lo que en los casos que se presentan es deber de cada uno y lleve ese deber a general ejercicio."

(Inmanuel Kant, La religión dentro de los límites de la mera razón, Alianza Editorial, pág. 95-96.)

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