Los ciegos ante el ser trascendente

“Los ciegos para el Ser pasan, incluso, por ser los únicos que ven de verdad.”
Martin Heidegger

miércoles, 4 de abril de 2007

El trabajo equivocado de los centros (II)

Otro aspecto del trabajo equivocado de los Centros, es decir, de la mente, del sentimiento y de la parte sensorio-motora de nuestra personalidad, (llamados “Centros” o “mentes” en el Trabajo), es el que se refiere al empleo en una tarea cualquiera (acción física o mental) de una división (parte) equivocada de un centro y también del empleo de más o menos atención en relación con la realización de esta tarea.
Generalmente, las personas viven en las pequeñas partes de cada centro que se corresponden con las partes de funcionamiento mecánico de ellos mismos: En lugar de pensar repiten mecánicamente lo que han leído u oído y se las dan de intelectuales; en lugar de averiguar sus auténticos sentimientos o gustos se dejan llevar por los que están de moda en la sociedad del simulacro y del espectáculo (a la que tan acostumbrados estamos que ni somos conscientes de ella); en lugar de moverse o gesticular de modo natural lo hacemos según los gestos de moda (vestir y andar como se hace generalmente por gentes famosas; modificar partes del cuerpo porque lo hacen gente famosa…).

Es decir que los `Yoes´ que normalmente nos dirigen viven en esas pequeñas partes de los centros que son precisamente las que actúan si tener que pensar o prestar atención a lo que se hace.
Si deseamos aumentar nuestra conciencia y autocontrol del cuerpo y del sentimiento debemos actuar con los `Yoes´ mayores que residen en las partes de los centros que exigen atención al pensar o al actuar.
A este respecto escribe Maurice Nicoll: “todos los diferentes `Yoes´ en nosotros viven en las más pequeñas o en las más amplias divisiones de los centros. Es decir, tenemos `Yoes´ más mecánicos o menos mecánicos. En las pequeñas divisiones, en las partes de los centros mecánicas o hasta automáticas moran la mayoría de los `Yoes´ que controlan nuestra vida ordinaria. En este sentido, la gente habita o vive en pequeñas divisiones mecánicas de los centros. Es decir, nuestra vida ordinaria es en gran parte controlada por muy pequeños `Yoes´ mecánicos, que moran en esas pequeñas subdivisiones de los centros. Tendrían que ser nuestros sirvientes y nuestros amos, porque tenemos `Yoes´ de diferente poder, calidad o capacidad.” (Maurice Nicoll, Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspenski, Vol. I, pp. 76-77)

El problema de los pequeños `Yoes´ es que, aunque son útiles para tareas repetitivas que es conveniente realizar sin restar atención como andar, tareas manuales repetitivas aprendidas, mecanismos de memoria, habla, (no el hablar que hay que realizarlo conscientemente) etc. son, sin embargo completamente nocivos e incapaces de hacer una tarea que exija pensamiento creativo, inventivo, como solucionar problemas complejos éticos, sociales, filosóficos, etc. y, por supuesto, son incapaces de comprender el trabajo interior de desarrollo espiritual: “Por ejemplo, los `Yoes´ que viven en pequeñas subdivisiones de los centros son incapaces de comprender este Trabajo. Son muy limitados. No pueden cam­biar. Son como campesinos que desconfían de todo lo nuevo. Los pequeños `Yoes´ que ustedes usan en la vida ordinaria, los `Yoes´ que querellan y se sienten descontentos, que se ocupan de pequeños planes, de pequeñas sospe­chas, de pequeñas cosas y de pequeños intereses son las partes mecánicas de los centros. Son muy útiles para la vida ordinaria. Pero no pueden com­prender el Trabajo. Pertenecen a las pequeñas partes de los centros. A veces se encuentran personas que están tan sumergidas en sus pequeños `Yoes´ coti­dianos que son incapaces de comprender cosa alguna salvo lo que pertenece a sus intereses inmediatos y a las perspectivas de esos mínimos `Yoes´”. (Maurice Nicoll, obra citada, Vol. I, p. 77)

Ya hemos mencionado en artículos anteriores que una persona, para llegar a ser hombre nº 4 (hombre equilibrado en las partes motora, emotiva e intelectual) ha de desarrollar las capacidades de los pequeños `Yoes´ de estos tres centros.
El Trabajo es necesario realizarlo mediante la atención. La atención es la que ejercita en nosotros las capacidades más excelentes de nuestra mente y de los sentimientos superiores que siempre tienen algo de reflexivo. Estos dos Centros extra son llamados en el Trabajo el Centro Mental Superior y el Centro Emotivo Superior.
Por tanto, cuando la gente usa de la verborrea no reflexiva para hablar de cosas espirituales está entregando algo tan sagrado como el Trabajo a los pequeños `Yoes´ que lo pisotean, lo vulgarizan, lo hacen más que inútil y es posible que les cueste gran esfuerzo volver a obtener la fuerza necesaria para vislumbrar de nuevo la profunda paz e iluminación que se puede obtener del Trabajo: “Este trabajo debe recaer en mayores `Yoes´ y nunca se debe permitir que baje a los pequeños `Yoes´. Este es un aspecto muy legítimo e importante del trabajo sobre sí, es decir, importa mucho no permitir que los `Yoes´ que viven en las pequeñas partes de los centros piensen y decidan acerca de las ideas de este Trabajo. Puesto que es tan importante y desde un punto de vista práctico constituye un ejemplo tan patente del trabajo equivocado de los centros, que es el tema que ahora estudiamos, es preciso comprender mejor lo que esto significa. Como se dijo, el estudio del trabajo equivocado de los centros no es una mera cuestión, tal como el uso del centro del pensamiento para bajar velozmente las escaleras —en cuyo caso se cae uno— sino también la cuestión de usar la parte correcta de un centro en relación a lo que se debe hacer en un mo­mento dado.” (Maurice Nicoll, obra citada, Vol. I, p. 77)

En efecto, como hemos explicado en diferentes ocasiones a lo largo de estos artículos sobre el Trabajo, poseemos diferentes centros o mentes (por supuesto que no son todas mentes intelectuales) para cada tarea o acción: “—el intelectual para las comparaciones y los pensamientos complejos, el motor para los movimientos complejos que son mucho más rápidos que el pensamiento, el emocional para ver la calidad de las cosas y las relaciones y los significados ocultos al intelectual, y así sucesivamente— pero cada centro está dividido y subdividido en partes, teniendo cada una su exacto lugar en el esquema de las cosas y su propia función.” (Maurice Nicoll, obra citada, Vol. I, p. 77)

Pasando a una descripción más detallada que nos haga comprender a qué se refiere el Trabajo con las llamadas partes de los Centros o mentes podemos poner un ejemplo del Centro Intelectual: la parte mecánica de este centro se dedica a registrar los recuerdos, asociaciones e impresiones que llegan a nuestra mente desde todos los demás centros que están actuando el emotivo o el instintivo-motor. Esta es la tarea de la parte mecánica del Centro Intelectual pero, si extralimitándose de sus funciones intentara contestar a una pregunta intrincada de naturaleza ética, por ejemplo, o intentara decidir en un asunto complejo e importante, sólo conseguiría decidir irreflexivamente o contestar paparruchas dichas de memoria que no vienen bien al caso porque la realidad es compleja y precisa siempre decidir despacio y profundamente sobre cada caso particular por mucho que se crea que se parece a otros casos.
Es lo que ocurre con las personas superficiales, parlanchinas, verdaderas cotorras humanas que nos cansan y nos causan tedio y que nunca podemos tomar en serio porque sólo vemos que hacen meter la pata en todo: “cuando un hombre mora intelectualmente en las divisiones mecánicas del centro intelectual, no cambiará, y nada puede ser nuevo en él, pues siem­pre verá la vida de cierta manera y dirá las mismas cosas, como un gramó­fono. Pero si tiene otra parte de él desarrollada en una división más amplia, en este caso todo será diferente. Tendrá entonces el lado mecánico muerto y un lado diferente, que es más consciente y vivo, a saber, que está en la división emocional o en la intelectual. […] Ahora bien, si el Trabajo actúa sobre el lado mecánico del centro inte­lectual caerá en los `Yoes´ que se ocupan de los asuntos ordinarios de la vida cotidiana. Esos `Yoes´ están alimentados por las influencias "A" y están des­tinados a ser usados en la vida, y no pueden comprender de qué trata el Trabajo o por qué es necesario el Trabajo. Están vueltos hacia el lado ex­terior y visible de la vida que para ellos es la suma total de realidad.” (Maurice Nicoll, obra citada, Vol. I, p. 78).

El Trabajo en ellos no puede desarrollarse porque no encuentra “suelo” apropiado y profundo porque estos `Yoes´ pequeños no pueden comprenderlo: “Esta situación se menciona en la parábola (del Sembrador y la Semilla). La semilla significa las ideas del esoterismo, las ideas de este Trabajo. Si las ideas de este Trabajo caen, como las semillas vivientes, en los muy pequeños `Yoes´, […], es como si la semilla —es decir, las ideas de este Trabajo— cayeran "junto al camino". Recordemos esta parábola: "El sembrador salió a sembrar su semilla: y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo las comie­ron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos; y las espinas que nacieron jun­tamente con ella la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno." (Lucas, VIII 5-8).
- Al interpretar esta parábola a sus discípulos. Cristo dijo: "La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo, y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven." ¿Comprenden ustedes por qué es llamado junto al camino? Significa que las ideas del Trabajo caen en medio del tránsito de nuestra mente, entre los pen­samientos de nuestra vida ordinaria”. (Maurice Nicoll, obra citada, Vol. I, pp. 78-79).

Si alguien vive en los pequeños `Yoes´, de los pequeños asuntos con sus pe­queños celos, pequeños odios y deseos, no podrá comprender el Trabajo y estas ideas “caerán junto al camino”, será para esa persona algo fantástico, ridículo, innecesario o imposible porque ese es el nivel de su ser: “Esto significa que usted comprenderá el Trabajo en este nivel de su ser. Pero todos tienen una escala de ser. Es decir, un hombre tiene, a condición de que tenga un centro magnético, un mejor nivel y me­jores `Yoes´ en él, si trata de encontrarlos, para poder comprender el Trabajo a través de ellos. Y la señal de haberlo encontrado es la posesión del "cen­tro magnético" que puede distinguirse entre las influencias "A" y las influen­cias "B".”
(Maurice Nicoll, Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspenski, Vol. I, p. 79).

lunes, 2 de abril de 2007

El desequilibrio de la personalidad del hombre actual


Es una tarea necesaria y urgente para el hombre actual que desea despertar y transitar el camino del desarrollo interior situar a la luz del conocimiento al hombre de nuestra civilización. La Personalidad humana, formada en las condiciones de la vida contemporánea y actuando en el medio social, político y cultural que nos rodea, es decir, lo que se llama el hombre exterior en la Gnosis cristiana y en el Cuarto Camino de Gurdjieff – Ouspensky, es un tipo de hombre que, aún perteneciendo a la capa culta de la sociedad está profundamente desequilibrado en su ser interior, o lo que es lo mismo, en sus potencias intelectuales, instintivo-motoras y emocionales.

No pretendemos hablar calificando a la generalidad de los intelectuales, donde este problema es más frecuente, y mucho menos a la generalidad de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Sólo nos referimos a un tipo que se repite demasiado, por desgracia, entre la elite intelectual directiva de nuestra sociedad y que se causa un gran daño a sí mismo y a los demás motivado por el erróneo desarrollo de su ser y mientras no lo corrija.

Para comprender mejor lo que queremos exponer, es necesario referirse a un símbolo mitológico griego, la imagen de un monstruo mítico: la Quimera. Esta creación mítica se representa con la cabeza de un león, el cuerpo de una cabra y la cola de un dragón y vomitando fuego. La Quimera tenía por padre a Tifón, príncipe del mal y de la esterilidad y por madre a Ecidra, mitad mujer y mitad serpiente, que había engendrado a Crisaor, nacido de la sangre de la Medusa. De la Mitología griega, la Quimera ha pasado al cristianismo como ornamento en ciertas catedrales góticas; las górgolas de Notre-Dame de París, por ejemplo, han sido esculpidas en forma de Quimeras.

El sentido simbólico de la Quimera es conocido y su nombre ha pasado al lenguaje corriente significando una idea falsa, una vana imaginación. Un espíritu quimérico se alimenta de ilusiones y un proyecto quimérico se derrumba ante la prueba de los hechos, siendo sin fundamento o irrealizable. Todos los seres en la Naturaleza se dividen en tres categorías en relación al número de centros psíquicos que le son propios. La primera categoría se compone de seres que no tienen más que un centro psíquico que es el centro motor. No poseen ni siquiera emociones de tipo primitivo y menos sentimientos. Un ejemplo de este tipo de animal sería el gusano. Los seres pertenecientes a la segunda categoría tienen dos centros: los centros motor y emotivo. Un ejemplo sería un perro o un caballo que son susceptibles de algún tipo de “amor” a sus dueños.

Finalmente, los seres que poseen tres centros -únicamente los humanos- tienen el centro motor, el centro emotivo y el centro intelectual. Sucede que la Quimera mítica correspondería a un animal de tipo superior; por tanto debería tener los dos centros, a saber, el centro motor y el centro emotivo, ya que se representa con la cabeza de león y el cuerpo de cabra; sin embargo, ella posee los dos centros psíquicos, pero corresponden a los centros motor e intelectual, no al motor y al emotivo, como sería de esperar. Su existencia como animal es, de este modo, irreal, quimérica, en el sentido actual del término, porque en la Naturaleza no existen otros seres bicéntricos que los poseedores de un centro motor y un centro emotivo.

Este fue el motivo esotérico que llevó a introducir este monstruo en la mitología de la alta Antigüedad, la cual remonta a las fuentes de la Iniciación. El simbolismo de la Quimera, por tanto, y su estudio nos ayuda a comprender mejor la condición del hombre exterior en el sentido de la Gnosis cristiana y del Cuarto Camino de Gurdjieff.

Consideremos de nuevo el funcionamiento de los tres centros del hombre en sus dos aspectos positivo y negativo. De estos tres centros, el Centro Motor es el más desarrollado pues posee en el hombre millones de años de evolución. Tiene además un funcionamiento muy complejo. Por ejemplo, el espermatozoide tiene un centro motor muy desarrollado. Es evidente que “conoce” a la perfección lo que ha de hacer y lo ejecuta. A su vez, el óvulo asegura la función instintiva dentro de la maravilla que supone la fecundación del óvulo por el espermatozoide. Una vez que se ha realizado la concepción del ser humano, la función de desarrollo la toma la parte instintiva del centro motor de la madre. La madre no ha de pensar en cómo desarrollar a su hijo que se encuentra en su vientre, sino que lo realiza desde su centro instintivo. Dentro ya del desarrollo del ser humano una vez nacido, sabemos que el centro motor necesita de la educación y de la instrucción para su desarrollo (andar, utilizar diversos aparatos, deportes, música, etc.) y, en el caso del centro intelectual, esta ayuda es imprescindible. Este centro es una tabla rasa en el nacimiento, como decía Aristóteles. Debe aprender todo. Sin embargo, todo el sistema actual de educación pública -primaria, secundaria y universidad- está totalmente orientado al crecimiento de los centros motor e intelectual, descuidando de un modo lamentable el centro emotivo.

Nuestra cultura es una cultura intelectual por excelencia. Esto se ve claro cuando se considera que el hombre de nuestro tiempo, de cualquier clase social, es capaz de participar en la evolución de la cultura contemporánea a poco que se prepare para ello y desempeñar alguna función dentro de ella. Frente a este desarrollo al máximo de los centros motor e intelectual, el centro emotivo del hombre, en nuestra cultura, aparece como huérfano del más mínimo cuidado educativo; máxime en los varones, en los cuales no se educa generalmente para nada el poseer sentimientos y, menos aún, el que sean sentimientos delicados. Nuestra sociedad, por medio de los poderes públicos, no se preocupa para nada de su desarrollo. Los intentos de incluir dentro del sistema educativo la educación musical son bastante débiles y son de última hora. Incluso la instrucción religiosa, que por otra parte va en retroceso en muchos países al no ser obligatoria, se ve constreñida a un intelectualismo que limita su efectividad a la hora de formar un hombre íntegro y equilibrado. No nos sorprende, por tanto, que conforme la edad de la persona crece, el centro emotivo, abandonado a su suerte, degenere y se paralice cada vez más ya que lo que no crece y se desarrolla cae en la degeneración.

Todo esto pasa desapercibido a los observadores por dos motivos: por una parte ellos pertenecen, generalmente, a este tipo de hombre desequilibrado. ¿Cómo podría observar lo que no sospecha que es útil? Por otro lado, la situación está tan generalizada que pasa desapercibida. A todo esto se añade una razón aún más fuerte en cierto modo, el hombre de nuestros días puede hacer una brillante carrera y triunfar, aparentemente, en la vida sin que tenga para nada que mostrar sentimientos, sin que tenga que desarrollar su centro emotivo. Muy al contrario, teme muy a menudo que el centro emotivo, los sentimientos, se crucen e inmiscuyan en su vida; desde su óptica miope y de triunfo material teme que el amor a los demás, la compasión, la solidaridad, le puedan complicar y exigir lo que su mentalidad depredadora no está dispuesta a dar. Su miedo a la “debilidad” de los sentimientos y lo que considera una “carrera” exitosa no le consienten dar un lugar en su vida a la sensibilidad y al amor a los demás.
Juan Dianes Rubio.

domingo, 1 de abril de 2007

Identidad europea, judaísmo y hermenéutica


Para tratar globalmente del tema enunciado, la influencia del judaísmo en Europa, es necesario tener en cuenta que los judíos, en el esfuerzo por integrarse en la cultura que en cada momento les rodeaba y en la confrontación que han mantenido constantemente con la enorme diversidad de culturas con las que han tenido que convivir, en muchas ocasiones han perdido su identidad en lo referente a la fe y han sido sujetos completamente agnósticos que han tratado de aportar a la cultura europea una serie de posiciones filosóficas, sin embargo muy concretas, que tienen que ver con cierto relativismo, en parte beneficioso y en parte perjudicial, en relación al conocimiento y a los valores.
Tendríamos que preguntarnos también: ¿Qué es la cultura? Esta sería la primera pregunta a dilucidar antes de ver la influencia que el judaísmo ha tenido en la misma, tanto a nivel europeo como a nivel internacional, pues decir que el judaísmo ha influido en Europa sería afirmar que lo ha hecho a nivel internacional también a causa de la difusión extraordinaria que el paradigma cultural europeo ha venido teniendo en determinados países de otros continentes y que luego repercute sobre la propia cultura europea de algún modo.
La relación del judaísmo con la cultura no debe mirarse sólo desde el punto de vista de la religión, pues éste (el judaísmo) tiene una dimensión étnica y cultural que abarca muchos otros aspectos.
Entrando en unas pequeñas reflexiones sobre lo que es cultura diremos que para algunos sólo lo sería la producción más elevada del ser humano como el arte, la ciencia, la filosofía y la literatura. Para otros, la cultura abarcaría todo aquello que el hombre es capaz de hacer o producir. El término “cultura” se desarrolla en Europa a fines del siglo XVIII y principios del XIX refiriéndose a la forma de vida de un pueblo y a sus cualidades intelectuales y materiales.
El desarrollo del concepto de cultura en Europa presenta dos grandes líneas: una, representada entre otros por Peter Berger que resalta la diversidad cultural; se podría decir que representa la opción del relativismo cultural. La otra, personificada en un principio por Hegel, plantea el concepto de cultura europea como cultura superior, o etapa superior del desarrollo histórico de la humanidad.
Hegel parte del concepto de historia de la humanidad como algo que va evolucionando hacia una forma superior de cultura y, para él, ésta se identifica con la cultura europea, la cual es la heredera y superadora de las culturas precedentes.
La preocupación judía por la cultura en este contexto también surge en la modernidad. Los judíos están discutiendo cómo adaptarse a esa cultura europea que se está gestando en la modernidad europea en su lucha contra el feudalismo. En esta época, cuando los judíos empezaron a hablar de adaptarse a la cultura europea, hablaron también de esta cultura como superior a las demás. Este fenómeno ocurre principalmente en Alemania, uno de los primeros países en modernizarse.
En este sentido, diremos que el primer periódico judío que aparece en la modernidad fue un periódico publicado en Alemania llamado "Shulamit" en el año 1806. Tenía el siguiente subtítulo: "un periódico dirigido a promover la cultura y la humanidad entre la nación judía". El propósito del mismo no era otro que integrar a los judíos en la cultura europea entendida en el primer sentido que enunciábamos, es decir, como producción más elevada del ser humano: ciencia, arte, filosofía, literatura, etc. A este respecto su objetivo era estimular a los judíos en la lucha por la emancipación e integración en esta cultura, cultivando la razón y la sensibilidad estética.
La experiencia del pueblo judío como tal pueblo en diáspora ha sido una experiencia singular. A diferencia de otros pueblos que se han desarrollado en su propio modelo tradicional de sociedad, tuvo que estar en perpetua confrontación, como decíamos, con una enorme cantidad de opciones culturales, de posibilidades de elección, con un sinnúmero de creencias, valores y concepciones del mundo entre las que pudo elegir. La búsqueda de una cultura judía implicó un abandono progresivo de los rituales y la vida judía religiosa y un proceso de secularización.
No es cierto que hayan estado atrincherados, por completo al menos, dentro de su religión; sobre todo los judíos más cultos de su época. Martín Buber lo expresó del siguiente modo: "el judío moderno sufre una disyuntiva entre su comunidad de sustancia, el origen étnico, y su comunidad objetiva, de lenguaje, paisajes y costumbres". Por tanto, una disyuntiva entre su identidad digamos auténticamente sentida y la del lugar concreto donde vive y que es la que, al final va modelando su forma de actuar en la vida.
En definitiva, lo que pretendió este movimiento de integración judía en la cultura fue poder presentar de cara a la modernidad un judaísmo asimilable al contexto de la cultura europea donde se desarrollaba su vida.
La cultura, no es una estructura eclesiástica ni un código moral, sino una crítica incesante de sí misma. Por tanto, era necesario revalorizar todo con sentido crítico. Fue así naciendo la posibilidad del preguntarse por lo judío y por lo no judío: La cultura del entorno donde se vivía. Fue naciendo la posibilidad de la polémica, la cultura del cuestionamiento, lo que se llama en hebreo la cultura de la "majloket" que es esencialmente una postura judía frente al mundo. Así vemos cómo nace uno de los temas centrales de la cultura judía, la importancia de la polémica.
Surge aquí el contexto hermenéutico, es decir la idea fundamental en hermenéutica de que un texto ofrece múltiples interpretaciones, lo cual implica que no existe una interpretación correcta. Esto, a su vez, nos lleva a abandonar la disyuntiva de verdadero o falso, para ingresar en la llamada lógica del significado.
Frente a los textos, a nuestro pasado, a nuestra historia, hay todo tipo de interpretaciones, de perspectivas, de puntos de vista; existe toda clase de verdad y consecuentemente no hay verdad fija y dogmática.
Crecer como judío es históricamente crecer en un espacio intersticial, en un espacio “entre”. Podemos así comprender las filosofías de un Buber o de un Lévinas. Incluso la filosofía de Paul Ricoeur que es una filosofía del diálogo entre autores, una filosofía del “entre” creativo entre posturas dispares, puede ser comprendida mejor. Podríamos decir que en esta forma netamente judía y hermenéutica de filosofar la pregunta no debe aguardar la respuesta, la respuesta es fatal para la pregunta.
Mientras se mantiene la pregunta las cosas son consideradas como posibilidades. El judaísmo como cultura que se interroga en el borde de dos culturas es, esencialmente, un fenómeno meta-cultural mucho más allá de la religión. El judaísmo desde esta segunda perspectiva del preguntarse, del cuestionarse, puede verse entonces como un fenómeno eminentemente revolucionario y transgresor.
De este modo Emanuel Levinás, filósofo, talmudista, lituano afirmó: "No creo que la revolución deba ser definida en una manera puramente formal como la violencia para desbancar un cierto orden, ni siquiera creo que sea suficiente definir la revolución como el espíritu de sacrificio, había mucho espíritu de sacrificio entre las filas de quienes seguían a Hitler; la revolución debe ser definida por su contenido, por valores; la revolución ocurre cuando uno libera al hombre, es decir, la revolución sucede cuando se arranca al hombre del determinismo económico".
En esta tesitura, puedo ahora explicar la postura crítica que anuncié en un principio: Esta forma de filosofar y de enfrentarse a la vida, me parece profundamente liberadora e impulsora del desarrollo e innovación de la conciencia individual y de los pueblos frente a posturas demasiado tradicionales que pretenden que todo siga como está, pero me parece también, en parte, disgregadora de auténticos valores que Europa y el mundo tenían consolidados gracias a las herencias tradicionales como el cristianismo, aunque no es la única ni mucho menos, valores que valía la pena conservar por ser produndamente humanos y en sintonía con nuestra naturaleza racional, reflexiva y solidaria.

Hermenéutica, identidad y filosofía: En torno a Nietzsche y el superhombre


Es paradigmático acudir al sitio común de la dificultad de interpretar la filosofía de un autor como Nietzsche. En este sentido, por poner un ejemplo, se pueden coger frases de Nietzsche y proclamar, interesadamente, a partir de ellas, tanto el anarquismo como la delirante "filosofía" que intentó apoyar al nazismo.
Sin embargo, sobre lo que quería reflexionar en esta ocasión es sobre hermenéutica, pues la hermenéutica es como toda gran noción filosófica algo que se sale de la teoría y se desborda en la vida, siempre que hayamos comprendido esa noción hasta el punto de lograr vivirla.
Es necesario, para poseer auténtica experiencia viva de la hermenéutica, ejercerla en nuestra vida corriente al interpretar todo, sobre todo a las personas. En efecto, ¿somos conscientes de los propios presupuestos interpretativos o pre-juicios?.
Los presupuestos interpretativos que constituyen la pre-comprensión de algún tema, si no surgen a la claridad de la conciencia, y obran en el terreno oscuro de la subconsciencia, pervierten toda interpretación: Caso del que tiene la costumbre de dar una clave política a todo. Este sería el pre-juicio aprendido en el desarrollo de una biografía personal, en cuya virtud la mente se ciega para una interpretación no preuiciosa e imparcial de una doctrina que se está tratando de entender filosóficamente.
Al decir "filosóficamente", no excluyo los múltiples ámbitos de interpretación: Luego trataré de hablar de los planos o ámbitos interpretativos esenciales. Otro caso de pre-juicio o pre-comprensión subconsciente (y por tanto no declarado y confuso que pervierte la interpretación) es el caso de la afinidad o empatía emotiva con un tema o con un autor. Aquí estaría incluida una gran parte de los jóvenes que, simplemente por la fuerza y libertad que emana la filosofía de Nietzsche, se ponen de su parte y aceptan todo lo que dice Nietzsche incondicional y a-críticamente. Este pre-juicio también mixtifica la interpretación que deja de ser lúcida.
Otro pre-juicio peligroso es el de quien no está dispuesto a aprender, sino a enseñar. En este caso el sujeto no está consciente del hecho que la riqueza de la realidad y de los autores es enorme y siempre nos desborda. No sería consciente, en este caso, de los planos de interpretación (social, psicológico, religioso, metafísico, material, biológico, químico [sí, no os extrañeis, que cite la química, pues ciencia de las secreciones hormonales y su influencia en nuestra psique es cada vez nás importante], astronómico, médico, desde la perspectiva del lenguaje, desde la perspectiva de los subterfugios de la historia, desde la perspectiva filosófica, de tener conciencia de las interpretaciones anteriores que pueden desviarnos, etc. etc., porque tampoco quiero ser exhaustivo). Por tanto, al no ser conscientes de todos los planos posibles de interpretación, este sujeto, fácilemente se dejaría llevar por la pasión que nubla la razón. Algunos de los presupuestos y frases de Nietzsche se pueden prestar fácilmente a fomentar determinadas actitudes violentas incluso, pero la interpretación de cada lector es responsabilidad suya, a no ser que nos tomemos a nosotros por muy conscientes y a los demás por no conscientes y, por tanto, irresponsables.
Mucho más son responsables aún aquellos intérpretes interesados que pretendían buscar en la filosofía de Nietzsche sólo aquellas frases que justificasen el aplastar al hombre, como son las interpretaciones que hicieron los nazis. No creo que, en este caso, buscasen la interpretación noble e imparcialmente filosófica de Nietzsche.
En la interpretación de un autor o de una filosofía es necesario dialogar, dispuestos a analizar desde todos los planos hermenéuticos que se pueda (cuantos más mejor) y estar dispuestos a analizarlos con imparcialidad y con reflexión serena y sin interrumpirse unos a otros.
Por ejemplo: Si no tuviésemos otras claves interpretativas de los nazis quizás podríamos echar más culpa a Nietzsche de lo que hicieron, pero se nos olvida la influencia enorme que tuvo en Hitler la lectura, en noches de insomnio sin cuento, de la literatura antisemita que inundaba Europa en esa época. Se nos olvida la influencia nefasta de determinados grupos esotéricos compuestos por personas, que podrían calificarse de mentes pervertidas en cierto grado, en su interpretación de las profundamente respetables doctrinas orientales que se refieren al cosmos, al hombre, a la astrología, etc.
No olvidemos una vieja y sabia idea: Toda espada tienen dos filos, todo anverso tienen su reverso, toda claridad produce su sombra si algo se le interpone. Con esto no pretendo defender una total inocencia de Nietzsche: Es culpable de emocionalidad o irracionalidad en cierto grado, dentro de su vitalismo, que se presta a la desmesura y a la mala interpretación. Es responsable de palabras que leidas literalmente y sin comprensión van en contra de sabidurías antiquísimas (Lao Tse, Confucio, Buda, Cristo, etc.) que predicaron la compasión o amor desintresado. Es posible hasta que alguno de sus yoes (los no óptimos) fueran proclives al desprecio de lo humilde y compasivo; pero estoy seguro que otra parte en él era compasiva sólo que no quería que el débil se acostumbrarse a ser siempre débil.
En relación con la frase de Lao Tse en el Tao The King: "Las palabras hermosas no son veraces, las palabras veraces no son hermosas", también se podría decir de Nietzsche: Muchas de sus palabras duras y no hermosas, son veraces.
En fin, debemos tener en cuenta que ninguna interpretación es exhaustiva y nadie posee la razón plena. Lo que ocurre con Nietzsche es lo que ocurre con casi todos los autores, que ninguno logra salirse del contexto de su época aunque se le llame genial. Quizás lo logró en gran parte el inmortal Platón: Nietzsche es hijo del desencanto que siguió al optimismo frustrado de la Ilustración cuyas promesas de progreso inacabable, felicidad en este mundo y solución de todos los problemas que aquejaban al hombre no se cumplieron. Es por esto que surgen las llamadas filosofías de la sospecha: Nietzsche, Marx y Freud. Y precisamente el ataque no podía ir sino sobre la instancia que había sido la culpable de esta frustración: La razón, la cual había sido supervalorada anteriormente.
La reacción por tanto no puede resultar más lógica desde esta perspectiva: Valorar ahora las capacidades humanas que tienen que ver con lo irracional como son la intuición, el instinto y los sentimientos.
Por tanto, no podemos valorar exclusivamente desde nuestra época ni desde nuestros valores. Nietzsche va a estar en contra de todo lo que suene a moral basada sobre una metafísica como expresión de la realidad que pretende saber lo que es el mundo, sea ésta la platónica, la cristiana o cualquier otra. Su ética habría que entenderla desde el concepto de autonomía total del individuo y, de esta manera, llega a ser el adalid de una conducta peligrosamente desvinculada de todo, que, por supuesto, yo no defiendo. Arremetió también contra el positivismo, el evolucionismo, la democracia, el Estado moderno y la música de Wagner.
Por otro lado, aunque Nietzsche puede calificarse de intolerante y, en cierto modo, fanático en sus planteamientos, debemos tener en cuenta que en gran parte era deudor de su enfermedad incurable y que vivió con un gran valor, fiel a su misión de filósofo, contra toda desventura (y las tuvo muy fuertes en su vida). Sufrió una enfermedad crónica y progresiva, que le llevó hasta la locura y la muerte prematura. Y, a pesar de esto, afirmó apasionadamente la vida, siendo en gran parte un enfermo que no podía disfrutar plenamente de todas sus facultades ni siquiera para trabajar en su obra.
Nietzsche, lo sabemos todos, no tomó como modelo la Grecia clásica: Pericles en política, Sócrates, Platón, etc. en filosofía. Él toma como referente la Grecia presocrática, con sus valores de la areté como triunfo, fuerza, riqueza, belleza, etc. En esta Grecia no ha triunfado todavía la moderación, la medida y el equilibrio cuya representación reside en el dios Apolo. La tesis de Nietzsche es que Sócrates pervierte esta mentalidad presocrática con su concepto de virtud, con su moralismo, con su intento de dominar la vida mediante la razón. Por esto, para él, tanto Sócrates como Platón representan síntomas de decadencia.
En cuanto a su ataque contra el cristianismo, es necesario tener en cuenta, aparte de lo anterior, la atmósfera pietista que respiró en su niñez. Una moral represiva que, en efecto, en aquel tiempo llegaba a ahogar y matar la vida. A esto se sumaba el haber perdido a su padre con 5 años y el estar sometido a su madre, su tía, y presionado por su hermana y el círculo de mujeres amigas de la familia, todas moralistas en sentido pietista extremo. Igual hubiese sido un círculo de hombres de este talante. Me refiero a que todo esto hace perder el equilibrio al más saludable y Nietzsche no lo era. Se sabe de sus frecuentes peleas y discusiones fuertes con su madre y con su hermana.
Su tesis de que con la compasión se pierde fuerza y que la misma entorpece la ley del desarrollo, la selección natural, conservando lo que ya está dispuesto para el ocaso, etc, siendo la praxis del nihilismo, y algo malsano para la humanidad, la considero, en efecto, uno de sus grandes errores. Pienso que la compasión, aparte de manifestar la grandeza del hombre, si está bien ejercida, se da a quien lo necesita y en la medida en que la necesita, procurando habilitar a la persona para valerse por sí mismo y para recuperar todo su valor y autonomía independiente. Lo demás sería una compasión mal entendida, y un mal educar al que la recibe, que está ya muy superado hoy por la psicología.
Pero no podemos olvidar que, como observó Karl Jaspers, en Nietzsche se puede encontrar siempre una afirmación y su contraria. Por tanto, no podemos apostar lo más mínimo en sustentar una interpretación determinada con demasiada fuerza. Igual podría afirmar Nietzsche que Cristo era el hombre más noble, que dejó en herencia a los hombres el ejemplo de su vida, que el símbolo de la cruz es el más sublime que haya existido jamás, pero que el Evangelio se transformó en la Iglesia, en odio y resentimiento contra todo lo noble y aristocrático, que igual podría entrar en la diatriba más atroz contra el cristianismo o contra el mismo Cristo.
Sirva esto para compensar un poco una figura hecha de contradicciones, enferma, que terminó en la locura, pero a la cual nadie puede discutir su grandeza de ánimo y su coherencia de vida y de pensamiento. Las interpretaciones académicas de hoy, por otra parte, son muy diversas: Las hay que lo ensalzan y las hay que ven en él muy pocos valores filosóficos o humanos; estas últimas, creo que las menos.
En todo caso lo que pretenden muchos interpretes, a los cuales me sumo, es tratar de hacer una interpretación equilibrada que reconozca al hombre y a su filosofía con todos sus defectos y virtudes.