Los ciegos ante el ser trascendente

“Los ciegos para el Ser pasan, incluso, por ser los únicos que ven de verdad.”
Martin Heidegger

jueves, 26 de junio de 2008

Valores y principios del esoterismo

Bajo las formas exotéricas, ya sea que estén surgiendo a la manifestación, logrando su desarrollo o desapareciendo, se halla aquello que está oculto o es esotérico, la vida, la causa de su existencia los impulsos espirituales que producen lo tangible. Por lo tanto, los movimientos que se denominan esotéricos son los que se ocupan de lo subjetivo, del alma que mora en las formas, del aspecto vida como distinto de lo material y objetivo.

El verdadero esoterismo llega hasta las mismas raíces ocultas del ser del hombre; concierne a aquello que denominamos lo inmortal y lo eterno de la humanidad. Se ocupa de lo que causa el pensamiento, la sensibilidad y la acción. Trata de expresar y poner en primer plano de la conciencia esos constantes impulsos divinos que hallan su expresión en la actividad y en los intensos cambios que caracterizan a la naturaleza, incluyendo al hombre mismo. Es aquello que se encuentra detrás de todas las fórmulas religiosas, de toda investigación científica, de toda presión económica y de toda orientación fundamental que pueda seguir el organismo social. En términos del ser humano, el ocultismo o esoterismo concierne al alma, a medida que ésta se expresa por medio del mecanismo cerebral, emocional y físico. Tratan de ese aspecto del hombre del cuál éste sabe muy pocas cosas, pero que hace de él lo que es.

El verdadero esoterismo no es, como frecuentemente se supone, una profunda enseñanza con rituales ceremoniosos que se practican bajo el juramento de guardar secreto, sino que es un despertar espiritual interno que reconoce un despertar similar o espiritualidad potencial en los demás seres humanos, y a la vida latente en todas las formas.

La Sabiduría Antigua es esa ciencia esotérica que subyace en todas las formas religiosas de presentar la verdad. Es el fundamento de todos los credos religiosos llámense cristianismo, budismo o mahometanismo etc., es la enseñanza que subyace en los distintos grupos rosacruces,
téosoficos, metafísicos, ocultistas.

Alice A. Bailey, Valores y principios del esoterismo, Extractos de conferencias, marzo 1927.

domingo, 22 de junio de 2008

De la coincidencia esencial de los Maestros y Enseñanzas.

Según Edgar Cayce, parapsicólogo estadounidense llamado el gran vidente de América (Hopkinsville, Kentucky, 18 de marzo de 1877 - Virginia Beach, 3 de enero de 1945), la desaparecida Atlántida estaba constituida por tres enormes islas situadas en el Océano Atlántico. Afirmó que allí existió una civilización que se desarrolló durante 200.000 años y cuya última isla desapareció hace 10.000 años.

Cayce aseguraba que en la Atlántida poseían una ciencia y cultura extraordinarias y superiores a la nuestra y que desarrollaron enormemente la energía atómica, algo que más tarde contribuyó a su desaparición y hundimiento en el mar. Edgar Cayce afirmó también que los supervivientes que lograron salir antes del desastre se extendieron por América Central y del Sur, y por el Norte de África, amén de un pequeño núcleo que sitúa en el Norte de España y llega a identificar con el pueblo vasco.

Esta civilización, aparte de esta ciencia extraordinariamente desarrollada, poseía un altísimo conocimiento de lo que se ha dado en llamar alquimia o, en otro sentido magia. No solamente por este conducto, sino por otros, estos descendiente que llegaron a América Central y América del Sur, el pueblo tolteca, conservaron ese altísimo conocimiento científico y espiritual como herederos directos y lo transmitieron solamente a algunas personas merecedoras de tan alto saber, como iniciados.

Entre otras razones, este conocimiento no se le podía dar a cualquiera, porque su potencia tanto para bien como para mal es muy alta. Por otro lado, se exigía poseer extraordinarias condiciones para comenzar y seguir el llamado “camino del guerrero.” En efecto, el camino del guerrero es un arte y lo es porque, aunque su enseñanza se clasificaba en lo que llamaban enseñanzas para el lado izquierdo (el Nagual incognoscible e inexpresable) y para el lado derecho (el Tonal, la razón), el desarrollo de las cualidades del guerrero se realiza a través fundamentalmente del “arte del acecho”, del “arte del ensueño” y del “arte del intento”; este último como expresión final de la “voluntad” o espíritu que se manifiesta plenamente en el guerrero realizado. Naturalmente cada uno de estos conceptos (y más que conceptos práctica) posee una enorme profundidad que hay que conocer y experimentar. El conocerlos en sentido profundo (saber) también conlleva no sólo bastantes explicaciones para el lado derecho (Tonal o razón argumentativa) sino prácticas y enseñanzas para el lado izquierdo (Nagual o intuición espiritual). El concepto de sueño y más aún el de “ensueño” llevan también a una gran profundidad de concepciones relacionadas y de comprensión mediante la práctica.

El Tonal (nuestra razón, pero también el mundo tal como lo constituimos con la razón, con la ciencia, con las creencias, etc.) es construido por nosotros desde pequeños. Carlos Castaneda explica principalmente en “El segundo Anillo de Poder” que al nacer poseemos dos “anillos de poder” o potencialidades en nuestro ser total. El primero es el que normalmente desarrollamos todos para constituir nuestro mundo. Éste se construye socialmente y depende también de la estructura de nuestros órganos de lo sentidos. En virtud de él vamos creando una red de conceptos y creencias que nos hacen ver el mundo tal como lo vemos. El segundo anillo de poder es el que casi nadie desarrolla y éste depende del conocimiento y práctica del “arte del acecho” del “arte del ensueño” y del “arte del intento”, aparte del desarrollo de las cualidades del guerrero. Evidentemente todo esto es muy complejo de explicar y Castaneda lo desarrolla a lo largo de sus libros que superan con creces la decena. En la obra “El arte del Ensueño” se explica que existen múltiples mundos, tan reales como éste una vez que nos adentramos en ellos.

En este sentido, podemos encontrar múltiples relaciones con las afirmaciones de los videntes, santos y místicos de todas las épocas cuando nos describen otros mundos vivenciados por ellos. También con lo que el esoterismo denomina el Plano Astral (purgatorio y Primer cielo) y el Plano Mental (segundo y Tercer cielos).

Sobre el concepto de “ensueño” (que no es lo mismo que el de "soñar" o el de "sueño" común y corriente) se puede leer la obra de Florinda Donner (discípula de Don Juan Matus, el cual también inició a Castaneda) “Ser en el Ensueño. Iniciación al arte de Ensoñar”.

De todos modos, esta obra, aunque posee una delicadeza de expresión y una profundidad grandes es, quizás, demasiado intuitiva. En cambio “El Arte del Ensueño” de Castaneda explica y describe multitud de mundos vividos y experimentados por el propio Castaneda en sus inmersiones dentro del mundo del "Ensueño".

Hoy día existen obras de Psicólogos reconocidos sobre el sueño lúcido o sobre el viaje astral y cómo realizarlos. Estas dos realidades no son de la misma naturaleza y explicar las diferencias ahora sería demasiado complejo pero nos dan una indicación de cómo en Occidente comenzamos a entrar también en estos conocimientos y formas de realización poco a poco. Por otro lado, se puede estar normalmente despierto y, sin embargo estar en estado de ensueño. Castaneda y Florinda Donner describen los poderes extraordinarios que posee el vidente o iniciado en tal doble estado. El concepto de que soñamos cuando creemos estar despiertos es distinto pero también verdadero y está relacionado con el bajo nivel de conciencia de sí, de los demás y del mundo que posee el hombre corriente. En efecto, en realidad estamos en estado de sueño aunque creemos que estamos despiertos. El “Cuarto Camino” de Gurdjieff, por ejemplo, mantiene esta verdad como una de sus verdades esenciales. No se llega al estado de “conciencia objetiva” (conciencia plenamente despierta) o “tercer estado de conciencia” sino a través de tremendos esfuerzos de observación de sí mismo, de ejercicios mentales y físicos especiales, de disciplina de vida, etc. Cuesta años de estudio y esfuerzo de todo tipo relacionar todas estas enseñanzas, comprenderlas y practicarlas. De este modo se llega a encontrar la unidad esencial de todas ellas, es decir, entre todas las enseñanzas sagradas o iniciaciones que posee la humanidad. Aquí habría que hablar muchísimo y realizar múltiples diferenciaciones ya que estamos instruidos y disciplinados por nuestros progenitores y estamos limitados por una educación impartida por ellos. Buscamos la perfección fuera de nosotros mismos y ésa es una de las mayores pérdidas de tiempo. Es decir, la perfección está dentro de nosotros y no en las ambiciones exteriores. Esta es otra constante esencia de todas las religiones y de todas las iniciaciones esotéricas auténticas: Cristo “El Reino de Dios dentro de vosotros está”. El Yoga, sobre todo Raja Yoga que se basa en la meditación prolongada, que permite alcanzar un nivel de conciencia diferente tanto al de la vigilia como al del sueño. Su meta es llegar a la verdad de las cosas a través de la observación interior, o el Tantra Yoga (que significa expansión y es un tipo de yoga espiritual) que ayuda a expandir los niveles de conciencia para llegar a una realidad suprema o el Siddha Yoga que usa la meditación y ejercicios, incorporando aspectos físicos, emocionales y espirituales, para desarrollar el poder interno y alcanzar la realización de la persona misma o el Karma Yoga que parte del concepto de "karma", que significa que todas nuestras acciones, mentales y físicas, tienen consecuencias, razón por la que deben realizarse sólo acciones positivas, olvidando cualquier sentimiento egoísta o, por no citar más, el Bhakti Yoga que viene del término "bhaj" que significa "unido a Dios", y predica el amor por el amor a la deidad, sin expectativas egoístas ni miedos.

En fin, podríamos hablar del Zen o de budismo o de islamismo en su rama sufí sobre todo, etc. Siempre la misma enseñanza esencial.Comentemos un poco los cuatro acuerdos de sabiduría tolteca:

1.- “Sé impecable con tus palabras…” En efecto. El dominio de la palabra el autocontrol de la palabra es esencial por muchos respectos. Existen multitud de razones: “Daréis cuenta de toda palabra necia o innecesaria” (Evangelios); “Quien domina su lengua domina su vida”; “Nunca te arrepentirás de haber callado (Pueden existir casos que sí, pero normalmente se puede solucionar) pero sí de haber hablado”; El “silencio interior” que ha de acumularse, según la filosofía tolteca (suspender el diálogo interno para llegar al “sitio de la no compasión” y desde aquí al “conocimiento silencioso” antesala de toda videncia. (Ver “El Conocimiento Silencioso” de Carlos Castaneda); En las reglas de los monjes frecuentemente se aconseja el silencio total o parcial, etc.

2.- “No te tomes nada personalmente…” Esto tendría que ver con la no identificación que preconiza el “Cuarto Camino” de Gurdjieff y Ouspensky y por supuesto está en plena relación con la doctrina tolteca de perder “La forma personal” para llegar a ser perfecto vidente o “brujo”. Está plenamente relacionado este acuerdo, también, con todas las partes de la doctrina tolteca la cual es tremendamente sofisticada, en contra de lo que algunos podrían suponer de una doctrina que se pierde en la noche de los tiempos. En fin, no identificarse, no tomarse nada en forma personal es la clave del desarrollo del Yo real frente al pequeño yo egoísta, resentido, vengativo, acomplejado, triste, etc. en que nos sume la ignorancia y esta, en gran parte, falsa cultura en que vivimos.

3.- “Haz siempre lo máximo que puedas…” ¿Qué puedo decir? Se justifica por sí mismo. Es un acuerdo o regla que está llena de sabiduría. Está relacionado con vivir en el instante (Ver “El poder del Ahora” de Edgar Tole, por ejemplo). El que está despierto en el sentido místico profundo, el que está realizado, vive con plenitud el presente, ama, etc. No es esclavo del pasado ni del retraso mental de darle vueltas a las cosas ni del resentimiento, etc. Esto no excluye en mi opinión la revisión de vida tal como se contiene precisamente en la “Recapitulación” tolteca como modo de recuperar la energía perdida a lo largo de la vida (Ver recapitulación en la obra “Donde Cruzan los Brujos” de Taisha Abelar, discípula también de Don Juan Matus). O en el ejercicio que aconseja el cristianismo o los Rosacruces, etc. de cada noche revisar lo que hicimos bien durante el día para congratularnos impersonalmente de lo hecho correctamente o arrepentirse (sin escrúpulos ni pesares innecesarios) de lo que hacemos mal, procurando poner la intención de mejorar.

4.- La filosofía tolteca, utiliza el Juez, la víctima y el guerrero, afirmando que tenemos que tener “bajo control” tanto al juez que nos juzga una y otra vez a nosotros mismos, y a los demás, pero sobre todo contra nuestra propia persona, a la víctima por querer “autocompadecerse” en cada batalla perdida, y debemos de actuar como el Guerrero, que estudia las “batallas” con sus “armas” tales como la sabiduría, la paciencia, el amor, con sus estrategias, su fuerza, para poder salir airoso, y poder seguir viviendo feliz controlando y manteniendo a raya , al juez y a la víctima.” Un buen resumen de la “libertad plena” que persigue el guerrero tolteca. Ya lo dijo Cristo: “No juzgues y no será juzgado. No condenes y no será condenado. Absuelve y serás absuelto. Porque con la vara que midas se te medirá”. (Cito de memoria). Por otro lado el no autocompadecerse es esencial para el guerrero. Ya me he referido a la “No compasión” como el lugar donde se traslada el “Punto de encaje” dentro del campo energético interno “Huevo luminoso” que es antesala del “Conocimiento silencioso”. El guerrero estudia todo, realiza su estrategia (podríamos hablar aquí de los “Pinches Tiranos” y su clasificación) y cuando decide luchar, lucha hasta la muerte sin vacilaciones ni temores. Pero, atención, lucha sobre todo contra sí mismo, contra su personalidad inferior, contra su cuerpo, contra la vejez, contra el mal, contra la muerte.

Juan Dianes Rubio.

jueves, 19 de junio de 2008

Karma, Capítulo III. Annie Besant.


Capítulo III
Los Planos de la Naturaleza

Para estudiar las operaciones del karma, se­gún la norma indicada por el Maestro, hemos de tener claro concepto de los tres planos o mundos inferiores del universo o de la Natu­raleza, y de los Principios (1) con ellos rela­cionados. Los nombres que se les dan indican el estado de conciencia en ellos actuante.

Puede ayu­damos a la comprensión un diagrama de los planos con los Principios correspondientes, y con los vehículos en que una entidad cons­ciente es capaz de actuar en ellos. El Ocultis­mo práctico le enseña al estudiante a visitar dichos planos, y por medio de su propia inves­tigación transmutar la teoría en positivo cono­cimiento.

El vehículo inferior, el cuerpo denso, le sirve a la conciencia para actuar en el mundo fí­sico, y en este mundo queda limitada la con­ciencia por las capacidades del cerebro. El tér­mino "cuerpo sutil" denota las modalidades del cuerpo astral correspondientes a las diver­sas condiciones del complicado mundo psíqui­co.

En el mundo o plano devachánico hay dos niveles distintamente definidos: el rúpico o con forma y el arrúpico o sin forma. En el nivel inferior, la conciencia se vale de un cuerpo ar­tificial, el mayavirrupa; pero conviene mejor el término cuerpo mental, porque denota que su materia constituyente pertenece al plano manásico. En el nivel superior, la conciencia se vale del cuerpo causal. Del plano búdico no hay necesidad de tratar.

La materia de estos planos no está en el mismo grado de vibración; y en general, la de cada uno de ellos es más densa que la del in­mediatamente superior, de conformidad con la Naturaleza, pues la involución o curso des­cendente de la evolución procede de lo rarifica­do a lo denso, de lo sutil a lo grosero. Además, numerosas jerarquías de seres ha­bitan en estos planos, desde las superiores In­teligencias del mundo espiritual hasta los ín­fimos elementales subconscientes del mundo físico.

En todos los mundos, el espíritu y la ma­teria están entre fundidos, de suerte que cada partícula tiene por cuerpo la materia y el es­píritu es su vida. Todas las independientes agregaciones de partículas, toda separada for­ma de cualquier tipo, clase y especie están animadas por dichos seres vivientes cuyo grado corresponde al de la forma. No hay forma alguna que no esté así ani­mada; pero la animadora entidad puede ser una elevada Inteligencia, un ínfimo Elemen­tal o cualquiera entidad de las innumerables huestes existentes entre ambos extremos.

Las entidades de que principalmente vamos a tratar ahora son las del plano psíquico, lla­mado también mundo o plano astral, pues pro­porcionan al hombre el cuerpo de deseos o cuerpo de sensación y vivifican los sentidos astrales. Son estas entidades los elementales de la forma del mundo animal, llamados en sáns­crito rupa devatas, que motivan la transmu­tación de las vibraciones en sensaciones.

La más notable característica de los elementales kámicos es la sensación o facultad de percibir y responder a las vibraciones; y en el plano astral abundan dichas entidades, de diversos grados de conciencia, que reciben toda clase de impresiones y las transmutan en sensaciones. Así pues, todo ser que posea un cuerpo en ­el cual residan estos elementales, será capaz de sentir, y el hombre siente por medio de un tal cuerpo. El hombre no es consciente de las partículas de su cuerpo físico ni tampoco de sus células, que tienen conciencia propia y llevan a cabo los procesos de la vida vegetativa; pero el in­dividuo cuyo cuerpo físico constituyen dichas células no participa de su conciencia, ni las ayuda ni las estorba en su trabajo fisiológico de asimilación y desasimilación ni en ningún caso podría identificar su conciencia con la de una célula de su corazón, para saber exacta­mente cómo opera.

La conciencia del hombre actúa normalmente en el plano psíquico, y aun en las re­giones superiores de este plano, la mente hu­mana funciona entremezclada con kama, pues en el plano psíquico o astral no puede actuar la mente pura. El plano psíquico o astral está henchido de elementales análogos a los que construyen el cuerpo astral del hombre y de los animales. Por medio del cuerpo astral se relaciona el hombre con los elementales del deseo y con los objetos exteriores que le inspiran atracción o repulsión. Por medio de su voluntad, sus emociones y deseos influye el hombre en los elementales que responden sensorialmente a todos los estremecimientos emotivos que emite en todas direcciones. El cuerpo astral del hombre funciona como un instrumento que transmuta en sensaciones las vibraciones procedentes del exterior, y en vibraciones los sentimientos procedentes del interior.

(1) Véase el Manual Teosófico de la misma autora.

lunes, 16 de junio de 2008

¡Despierta!


De un año relativamente tan alejado como 1944 (¡La vida siempre la misma!, ¡El hombre siempre el mismo...!) nos llega un bellísimo texto que deseo comunicar a los interesados en la iniciación a los mundos superiores.

Todos somos insensatos en la medida que despreciamos la verdadera sabiduría, paz y felicidad por las migajas opacas y densas de apenas triste sensualidad que pueda ofrecernos la realidad sensible.

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¡Despierta!
Por Ramanuja, A. M.

Este artículo, lleno de espiritualidad, nos ha llegado de los Estados Unidos, donde nuestro querido Hermano Ramanuja aún se encuentra. Muchos evocarán especialmente su suave personalidad al leer estas líneas.— (N. de la R.).

Si sueñas entre el humo de vana fantasía, si tu vida transcurre sin alegrías ni penas, si huyes del silencio y temes la soledad, si solo crees en el placer, ¡cuida!, que eres un alma que duerme aunque en cuerpo que duerme y que despierta; eres menos que un árbol, quizás menos que una piedra.

Si es verdad que no amas a los niños ni te importa la belleza de las flores, si nada sientes con la música, créeme duermes… y con el sueño semieterno de las cosas.

¡Despierta!, vive la alegría de sufrir por los que sufren, ama la paz, ¡siéntela!, y sólo entonces llegarás a comprender las hermosas verdades que se ocultan más allá de las deformes formas de tu mundo.

Cuando hayas logrado paz para tu espíritu, del silencio escucharás en las horas de meditación, la sagrada música reveladora de la verdad eterna, que solo poseen los que se han hecho acreedores de sentirle, ya que por ser vedad no tiene traducción al relativo lenguaje de los hombres. La verdad es eterna y por serlo escapará siempre a la finita concepción de los sentidos conocidos. No tiene traducción al mundo del razonamiento, aunque sí la tiene a otro muy distinto, el mundo de los sentimientos, causa y razón de la existencia de los genios creadores, que solo han sido hombres cuya sensibilidad les ha permitido estar más cerca de la verdad que el resto de los hombres de su época.

El razonamiento hace del individuo un cerebro científico, que de poco o nada sirve a la humanidad, mientras que el sentimiento hace del cerebro científico un genio, siempre poderosa contribución al desarrollo progresivo de los seres y de las cosas.

Única es la Ley, y si no despiertas por tus propios medios y por todos los que encontrarás tan maravillosamente dispuestos en tu derredor, tan pronto como tengas la buena voluntad de querer observarles, despertarás luego que la llaga haya quemado sobre la carne de tu propio cuerpo, luego que la maravillosa herramienta del dolor te haya convertido al mundo de los sentimientos, único en el que realmente vale vivir, ya que también es el único donde es posible experimentar la verdadera felicidad que en vano los hombres de todos los tiempos, buscaron en el placer.

Único es el Camino, serénate, que tu alma es un instrumento muy delicado y convenientemente dispuesto, capaz de armonizar con las vibraciones más sutiles de la Naturaleza, que llevarán a tu consciencia la experiencia de una felicidad, por verdadera, indescriptible. Comprenderás entonces cuán groseras son las sensaciones de nuestro mundo material, cuán lejos está el placer de la felicidad, a pesar de que los hombres les hayan confundido tan lastimosamente. Mientras la pasión engrosa el velo en que se oculta la verdad, el amor es el único artífice capaz de inmaterializarle.

¡Ama, que sólo amando estarás en el Camino, hasta que seas el Camino mismo!
OM et AMÉN.

(La Iniciación, Mensuario del Grupo Independiente de Estudios Esotéricos, AÑO III, Julio de 1944 Nº 27, pág. 4).