Los ciegos ante el ser trascendente

“Los ciegos para el Ser pasan, incluso, por ser los únicos que ven de verdad.”
Martin Heidegger

sábado, 31 de julio de 2010

Paul Ricoeur. Conclusiones de su Filosofía de la Voluntad


Identidad y Etica. Implicaciones éticas de la Filosofía de la voluntad. Conclusiones.

(punto 1): Paul Ricoeur construye una idea del ser del hombre, es decir, una antropología, antes de intentar fundamentar una ética. Si no sabemos qué es el hombre no podemos saber a qué aspira su naturaleza. El ser de un animal no puede aspirar a ningún proyecto consciente ético, científico, filosófico, político, social o religioso. No podemos proponerle, por ejemplo, entre diferentes religiones para que elija ni esperar de él que se presente a unas elecciones políticas que sepamos. No hemos observado en ningún animal que sea capaz de emprender estas labores. El hombre es capaz de hacer filosofía, ciencia, política, religión, amar, odiar...

(punto 2): Ricoeur fundamenta la posibilidad del mal en el concepto de labilidad. La naturaleza del ser humano posee una brecha, una falla, un lugar de debilidad que le hace elegir, en contra a veces de su propia razón y voluntad, lo que considera malo llevado por sus inclinaciones y no por su razón y voluntad. Esta es la posibilidad mediante la cual se introduce el mal en el mundo -la propia libertad humana sometida a las inclinaciones de las pasiones en contra de la voluntad que persigue el bien. Podenos ver aquí una influencia de la teoría del deber kantiano y de su filosofía del hombre.

(puntos 3 y 4): Ricoeur parte de la experiencia. Empieza por de la descripción de lo que hay, del ser, y a partir de ahí construye su filosofía. El método, como vemos, es empírico-filosófico en el sentido de la Fenomenología de Husserl.

(punto5): Sin un "proyecto" no sabemos qué hacer, al menos con coherencia. Los "motivos" que son los que nos impulsan a la acción provienen de emociones y de haitos que nos empujan o determinan a la acción a la vez que nos dan energía para lo que realizamos en el proyecto. El "consentimiento" presupone en Ricoeur el carácter, la propia vida que subyace en todo y el inconsciente que también nos determina sin que lo sepamos. Todo esto forma parte de la previa descripción de lo que en nosotros es voluntario o involuntario.

Veamos los cinco puntos expuestos en el lenguaje mucho más erudito de la tesis.

1. Ricoeur ha construido una antropología filosófica que es, a su vez, una ontología. Esto ha supuesto, de hecho, el paso previo a la construcción de una ética en armonía con su filosofía. Las tesis antropológicas principales que el autor afirma en la Philosophie de la volonté se encuentran vinculadas al problema del mal –desarrollado por nosotros, como posibilidad en el capítulo II y como realidad en el capítulo III-. Esta problemática filosófica responde a una de los núcleos polarizadores de su filosofía: una intencionalidad ética, que se explicita plenamente en otras obras.

2. Ricoeur elabora en L´homme faillible el concepto de labilidad. La conclusión fundamental a efectos éticos que en ella se establece es que la posibilidad del mal moral se halla inscrita en la constitución del hombre.

3. La falta y la trascendencia son excluidas en un primer momento en la descripción fenomenológica de la voluntad realizada en Le volontaire et l´involontaire. Sin embargo, las estructuras de lo voluntario y de lo involuntario no pueden comprenderse plenamente sin los aspectos éticos y trascendentes, tal como afirma el propio autor.

4. Esta descripción fenomenológica de lo voluntario y lo involuntario supone ya la experiencia plena de la falta pues Ricoeur siempre ha mantenido que la comprensión parte siempre de una pre-comprensión, de una experiencia.

5. Los conceptos que forman la estructura de Le volontaire et l´involontaire: «proyecto», con su referencia al hacer, «motivo», con sus componentes de emoción y hábito, y «consentimiento», con su referencia al involuntario absoluto (carácter, vida e inconsciente) son descripciones de la estructura “neutra” del hombre que el autor realiza con vistas a una antropología que incluya la falta (culpa) y la trascendencia así como conceptos que están íntimamente relacionados con una filosofía práctica en sentido kantiano, los cuales forman la base de toda posible ética. Estos análisis eidéticos se corresponden con una dialéctica totalizadora de la actividad y de la pasividad que suponen una ética implícita.

IDENTIDAD Y ÉTICA, LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DEL «SÍ MISMO» EN LA FILOSOFÍA DE PAUL RICOEUR. Tesis Doctoral. Juan Antonio Dianes Rubio, Universidad de Cádiz, año 2003. Página 62

martes, 27 de julio de 2010

El Sí-mismo y el Otro: el sujeto y la identidad grupal


Mi concepto de identidad es una idea que he ido formando a lo largo de un proceso filosófico de reflexión bastante dilatado.

Comparo la identidad con un conjunto de círculos que van desde el círculo mínimo, la identidad personal, hasta un círculo máximo, el que circunda al  ser humano inteligente que habita en el conjunto espacial mayor que podamos concebir: normalmente el planeta Tierra.

Este conjunto de círculos, conforme poseen un  mayor diámetro e incluyen a los menores, corresponderían a la identidad personal, la familiar, la de la propia ciudad de donde se es, la identidad de la autonomía, la nacional, la europea, etc.

Por otra parte concibo estas diversas identidades, en que nos sentimos formar parte de un grupo mayor, como identidades imbricadas o estructuradas concéntricamente dentro del mismo sujeto y armonizadas psicológicamente entre ellas sin conflictos graves conforme al sujeto va ganando en madurez como ser humano socialmente integrado.

Con la idea de círculos concéntricos psicológicos quiero significar que la identidad se conforma de modo natural partiendo del propio cuerpo y de la propia mente y sentimientos que nos hacen sentirnos como unidad personal integrada en un yo. Cuando este percibirnos a nosotros mismos y este aceptarnos en el amor a sí mismos bien entendido está logrado es cuando podemos amar a los demás. ¿Cómo puede amar a los demás quien no se ama siquiera a sí mismo y tiene conductas autodestructivas respecto de sí mismo?

El segundo círculo estaría conformado por los más cercanos y unidos a nosotros por lazos de sangre y de convivencia íntima, la familia. Si uno no se siente unido a su familia, no la ama y no es capaz de convivir con ella -salvo casos de familias desestructuradas en alto grado- ¿cómo puede apreciar o tener lazos de amistad con otras familias distintas de la suya y con menos trato?

A su vez, cuando estamos integrados en nuesta ciudad y colaboramos dentro de ella social y culturamente integrándonos en sus grupos podemos apreciar el que otros amen también sus ciudades y se sientan felices de pertenecer a las mismas y podremos sentir empatía por ellos.

En fin, así iriamos penetrando psicológicamente e integrándonos cultural, mental y emocionalmente en círculos de progresiva extensión humana, a mi entender bajo la ley general -que puede tener excepciones- de que cuando no se ama y no se ha madurado dentro de los grupos más cercanos dificilmente podemos amar a los más lejanos y desconocidos.

De este modo aparece al sentido común y a la sana razón que no hay que excluir nada. No es necesario odiar ni fomentar separatismos excluyentes para con nadie, ni personas, ni grupos, ni nacionalidades, ni países. Todo puede estar integrado y en su lugar si guardamos este orden natural de pertenencia.

El problema surge cuando una persona o alguno de estos colectivos nos agrede. En este caso me retraigo en esa integración amistosa con esa persona o con ese grupo y me veo forzado a la defensa de mi identidad, ya sea mi identidad personal, familiar, de ciudadano, regional, nacional o cualquier otra.

Pero esto no es necesario realizarlo con odio ni para siempre; sólo sería una medida circunstancial en tanto en cuanto persiste la agresión. Por poner un ejemplo, por muy pacifista y amante de la humanidad que sea una persona, si alguien penetra en su domicilio de noche con intención de agredir a su familia que duerme no tendré más remedio que defenderla con los medios necesarios y sin causar un daño mayor del necesario para esta defensa. Si me amenazan sin armas no tendré por qué disparar a matar, generalmente hablando, sino sólo para herir o inmovilizar a quien me amenaza.

martes, 20 de julio de 2010

Literatura, cine e identidad


La identidad humana se configura también a través de los relatos, siendo el cine  una forma específica de relato; un relato con imágenes y diálogo. Los relatos poseen unos personajes y una trama en la cual les ocurren una serie de eventos a los personajes hasta llegar al desenlace. En la trama se dan vivencias y circunstancias en las que se ven inmersos los personajes y el lector se  va identificando con estas situaciones y vivencias; ama a unos  y desprecia a otros a causa de las acciones y valores que transparentan en su actuar; se identifica  con unos y rechaza a otros y a los valores que motivan sus acciones.

Con todo este vivir interiormente el relato, con este consentimiento o rechazo ético, el espectador va de algún modo reconfigurando su personalidad. Los personajes -que son para nosotros modelos en algún aspecto- nos sirven para vivenciar las propias situaciones a que se ven sometidos ellos mismos. Con ellos consentimos o rechazamos los valores por los cuales se mueven y con todo esto vamos conformando, cambiando y reconfigurando nuestra personalidad. 

A su vez, en nuestras vidas, hacemos uso de todos estos valores y vamos formando también nuevos valores con el trato que damos y recibimos de los demás y es conocido que el cómo actúan los demás respecto de nosotros nos sirve para vernos reflejados y confirmados en la auto-estima o en el propio rechazo de nosotros mismos. Ver en el texto la afirmación de un personaje en la película citada.

A continuación un párrafo de Identidad y Ética:

"Se trata una vez más de lo que podemos expresar diciendo que el yo y el otro existen solamente como existencias interrelacionadas en la propia constitución del sí. Existen sólo inter-subjetivamente. No pueden existir sino dinámica y relacionalmente -dialecticamente- en una realidad más profunda que une a las consciencias (y a las conciencias) por medio de las vidas entrelazadas en historias y vivencias comunes; entrelazadas en objetivos, creencias, normas y valores compartidos.

Permitaseme citar un testimonio no sacado de eruditos libros, pero que, al ser reflejo de la realidad en el orden de la ficción –del cine en este caso- puede ilustrar lo que venimos manteniendo. En una conocida película, El corredor de la muerte (titulada en inglés Killer) el segundo personaje, que se encuentra esperando su ejecución en dicho 'corredor', le dice al protagonista principal –un guardián de la prisión que le ha manifestado cierta comprensión y atención-: 'Somos la suma de los que hemos conocido. Aparte del alcaide 'patata' y usted, sólo he conocido basura y eso es lo que soy, basura'. "



IDENTIDAD Y ÉTICA, LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DEL «SÍ MISMO» EN LA FILOSOFÍA DE PAUL RICOEUR. Tesis Doctoral. Juan Antonio Dianes Rubio, Universidad de Cádiz, año 2003, página 269.

sábado, 17 de julio de 2010

La identidad personal y la identidad colectiva



Tanto la identidad personal como la identidad colectiva son sujetos de un delicado equilibrio si quieren ser identidades psicológicamente sanas y éticamente equilibradas que no se causen daño a sí mismas ni a los demás.

Cuando la identidad personal se acerca demasiado al polo del sujeto cae en el egoísmo, ese solipsismo ético que lleva poco a poco a la muerte psicológica por inanición psíquica, ya que vivimos gracias a los demás que nos constituyen interiormente. Cuando se centra con exceso en los demás cae en la ausencia de personalidad y en la dependencia psicológica, en suma, en la debilidad psíquica que no es auténtica vida del sujeto a expensas siempre de otro que le domina.

De modo análogo ocurre con la identidad colectiva. Cuando se auto-centra en sí misma y se obsesiona con su identidad puede llegar a acciones violentas de variados tipos aunque camufladas mediante medidas legislativas o acciones aparentemente democráticas y a medidas de empobrecimiento de sus relaciones cordiales con otros colectivos o nacionalidades. Cae, en suma en el nacionalismo excluyente o en el racismo si se trata de un colectivo-raza.

Cuando estos colectivos son débiles y permiten la dependencia injusta de otro colectivo mayor o más fuerte, sufre de modo análogo las carencias que apuntábamos para el caso de las personalidades débiles dominadas por otro más fuerte: Neurosis colectiva de ese pueblo que sufre la disminución injusta de su identidad y falta de felicidad y desarrollo de ese pueblo sometido. Es necesario meditar y ver las relaciones que tiene todo esto con las realidades que estamos viviendo en España actualmente.

Tratemos de encontrar el punto medio de constitución de una identidad sana y equilibrada, tanto personalmente, porque de ello depende nuestra salud y felicidad, como políticamente para los pueblos que componen un todo mayor, porque de ello depende la paz y armonía entre los pueblos así como el progreso económico y social.

viernes, 16 de julio de 2010

Identidad y Ética: La acción y la intersubjetividad



La existencia individual separada de los demás es la más nefasta de las ilusiones.  Se podría decir que la necesidad del hombre de aprender mediante la libertad , actuando mediante la inteligencia y sentimientos de la propia personalidad, le  conduce a veces, desgraciadamente, al egocentrismo y a la comisión de conductas que hacen daño y afectan a sus semejantes.

En realidad, no existe personalidad ni individualidad sin los otros. Crecemos en un entorno ya constituido por una cultura en la que están insertas todas las ideas y hechos de los demás que nos preceden a nosotros y los que nos acompañan en nuestra vida.

Lo que somos lo debemos a los otros. Nosotros aportamos a nuestra vez nuestras ideas y nuestro hacer en pro del adelanto de la humanidad en la medida en que podemos, queremos y sabemos.


Expongo hoy otro fragmento de Identidad y Ética donde he tratado de expresar esta idea siguiendo la filosofía de Paul Ricoeur.

CAPÍTULO V: TEORÍA DE LA ACCIÓN Y DIMENSIÓN ÉTICA DEL SUJETO
 

A. La primacía de la acción.

1. La acción y la intersubjetividad.

La relación personal es constitutiva de la existencia personal; no puede haber un hombre hasta que no haya por lo menos dos hombres en comunicación; no existe jamás un sí mismo sin tener en sí parte de muchos otros. Esta conclusión tiene una relación definitiva con la filosofía del lenguaje de matriz anglosajona. Ambas están interesadas en acentuar la importancia del lenguaje para la filosofía. Transferir la tarea de la lógica desde el análisis del pensamiento al análisis del lenguaje es dar un paso hacia el reconocimiento de que lo personal no se da sin lo intersubjetivo de las relaciones; no se da sin una interacción constante entre los individuos en la sociedad. En definitiva, afirmamos con Ricoeur y en relación con su concepto de homo capax, que es preciso reconocer la primacía de la acción: hablar, actuar, narrar, ser responsable.


En consecuencia, la exploración de la estructura del sujeto como persona (hermenéutica del sí) y el descubrimiento de las categorías a través de las cuales puede ser coherentemente concebido este sujeto es la tarea reservada para el filósofo; por tanto, después de lo dicho, vemos que esta tarea no puede realizarse sin una filosofía de la interacción entre los individuos y que esta interacción está penetrada en todos sus ámbitos de una filosofía moral. Es una tarea a cuyo desafío ha respondido siempre decididamente Ricoeur.

Por otro lado, hemos de decir que las dimensiones o diferentes planos desde los cuales podemos considerar al sujeto, están, como no podía ser de otro modo, íntimamente unidos. El plano de lo ético-moral que pone en relación los motivos-fines, con los medios y todo ello con el reino de los valores en subordinación al concepto de bien, está, a su vez, inserto en la dimensión ontológica en cuanto a nuestra naturaleza, sus necesidades y su posible perfección. En este sentido, la dignidad humana, la sociedad y la política han de estar relacionadas con el campo de la acción y, ésta con nuestra estructura mental-corporal.
IDENTIDAD Y ÉTICA, LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DEL «SÍ MISMO» EN LA FILOSOFÍA DE PAUL RICOEUR. Tesis Doctoral. Juan Antonio Dianes Rubio, Universidad de Cádiz, año 2003.