Los ciegos ante el ser trascendente

“Los ciegos para el Ser pasan, incluso, por ser los únicos que ven de verdad.”
Martin Heidegger

lunes, 13 de agosto de 2007

Verdaderos y falsos iniciados en el sendero


Sin descartar que alguien pueda poseer algún tipo de los llamados "poderes" y servirse de las capacidades de los cuerpos etérico, astral y mental en bien de sus semejantes, la mayoría de supuestas ayudas, adivinaciones o curaciones son, en mayor o menor grado, cuentos o pseudo-verdades que no cumplen lo que ofrecen. Otras son el empleo de poderes de modo egoísta, es decir, que de algún modo hacen el mal a sus semejantes.

Ejemplo del empleo para el mal del ocultismo o del mal empleo egoísta del mismo, es cuando se realizan operaciones para intentar sobresalir sobre otra persona, conocer secretos que afectan a la intimidad de otros, obtener poderes para emplearlos en supremacía sobre otros, riquezas, etc. Una prueba infalible del ocultista desviado del profundo y positivo fin de la sabiduría es el que cobra un precio fijo por ello. Otra cosa es que acepten lo que se les quiera dar, sobre todo, si viven de eso.

El auténtico ocultista, la persona iniciada y santa es un elemento muy raro en nuestro mundo egoísta y materialista, mundo de engaños, de pequeñas o grandes brujerías, cuando no de supersticiones inútiles o nocivas, pues consiste en esencia en un desarrollo superior de la voluntad sobre las pasiones y en un practicar contínuamente la caridad: el querer amplio y universal del bien de todos, nunca el desear pasional.

Es un ideal dificil. Claro, sólo se exige lo que uno pueda ir haciendo poco a poco, constantemente en el bien y el estudio de la sabiduría. Este régimen espiritual de amor universal y depuración de deseos, pasiones y dieta -no olvidemos que ningún glotón ni borracho sintoniza fácilmente con la santidad o el espíritu-, es lo que produce de un modo natural los llamados poderes que, además, han de ser usados con modestia y sin airearlos vanidosamente, sólo para el bien y con precaución infinita.

Pues bien, la auténtica limpieza interior, previa a la iniciación en el sendero, los que debemos producirla somos nosotros con el tipo de vida que enuncio arriba. Lo demás son engaños, mentiras para consuelo de incautos que se dejan el dinero y salen estimulados si tienen fe en eso, pero por poco tiempo, hasta que los dominan otra vez sus demonios particulares: su falta de conciencia, su no-recuerdo de sí, su no observarse a sí mismos, su identificarse con todo pensamiento sea bueno o malo, sus resentimientos y su llevar las cuentas de lo que supuestamente les hacen los demás.

2 comentarios:

  1. Las personas que realmente poseen el don de la adivinación y de la sanación por citar algunos ejemplos, no se lucran de esta habilidad por así llamarla. Todo lo contrario ya que saben que han sido elegidos para poder ayudar a sus semejantes. Precisamente por eso no tiene la desfachatez de unas tarifas fijadas ni de la inmoral actitud de aprovechar la confusión, el desamparo y la desesperación de las personas que movidas por su fé se acercan y depositan en ellos su confianza. ¿Creéis con certeza que las personas agraciadas con esta iniciación son tan bajas y pequeñas de espíritu que se beneficiarían individualizadamente de forma tan egoísta aprovechando la debilidad del ser humano que recurre a ellos?
    El que realmente posee, comparte. El que vende es que no posee nada.

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  2. Cierto es que como dice este bien fundamentado artículo, existe mucha, digamos confusión, alimentada desde la propia ignorancia de la persona que accede a solicitar el favor o ayuda de estos pseudo-magos o adivinos.
    También es bien cierto que en toda clase de actividades, por no llamar "profesión" a esto, una profesión es algo bien distinto a mi entender, existen personas nobles y bien intencionadas.
    No obstante, dichas acividades se prestan especialmente a la baladronada y la usura, y hay dentro de las mismas una serie de especímenes difíciles de calificar, especies de sanguijuelas, que dejan a sus víctimas sin control emocional en un desequilibrio de libre albedrío.
    Estas prácticas se remontan a los ancestros más remotos de nuestro tiempo, a tenor de la ignorancia e ingenuidad de la persona que, bien por falta de una formación adecuada, o por una profunda soledad afectiva, acude a ellos.
    Es un mundo incierto y peligroso, por cuanto las víctimas tienen de vulnerables. Los magos negros acechadores Se nutren de almas ingenuas, en el más amplio sentido de la palabra, para bien, con su versatilidad y poder de convicción, o con una sensualidad perversa, mercantil, e indigna, llevar a sus víctimas a un maremagnum interior del que difícilmente se puede salir, a no ser que se posea una percepción e intuición ampliamente desarrolladas, para poder recomponer un poco el alma primigenia, fuertemente masacrada por los avatares de la vida que acontece, y envuelta en esta fuerte seducción exprimidora de la energía limpia y esencial de la verdadera "vida".
    La AYUDA sólo y exclusivamente se la puede prestar uno mismo/a con una acertada estima del valor del propio ser, en una búsqueda permanente de la Verdad Esencial que reside en el fondo del corazón y, sobre todo, persiguiendo la huella que dejaron los verdaderos "maestros" del ocultismo: los "magos blancos" a los que tánto daño ha hecho toda esta barahúnda (en el sentido conceptual).
    La Magia reside en el "trabajo interior" verdadero "médico y maestro" que moldea el alma como el fuego moldea los metales más duros y los hace maleables. Y así como la roca se va erosionando y transformando a través de las tempestades, la lluvia y el viento a lo largo de los siglos, así el alma con "el trabajo interior" se templa, y se quita del paso de estas grandes vicisitudes que la llevan a la pérdida de su propio y genuíno valor y por tanto a la hecatombe.
    Amar la puerta estrecha, que uno/a busca voluntariamente, y que a veces nos hace sufrir indeciblemente, es lo que, en definitiva, nos hace ser más fuertes y nos aparta de esos caminos de "medicina ficticia y magos negros" de pacotilla, pero a los que no hay que infravalorar, por cuánto tienen de peligrosos. No osbstante, es de comprender que a nadie le guste sufrir, no es lo que nos venden como prototipo idealizado, en ésta codiciada sociedad del consumo llevado a la máxima expresión mercantil; incluídos los afectos, "todo se mercantiliza". Por todo ello, preferimos vender el alma al diablo, que sufrir en el proceso de moldear la personalidad para encontrar La Verdad y La Vida.

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