Los ciegos ante el ser trascendente

“Los ciegos para el Ser pasan, incluso, por ser los únicos que ven de verdad.”
Martin Heidegger

jueves, 2 de agosto de 2007

OUSPENSKY: EL SISTEMA NO ES MÍO

Ouspensky afirma al principio de lo que podemos considerar su obra magna que el sistema que está transmitiendo no es suyo.
¿Qué quiere decir con esto? En primer lugar que, por muy genial que a él se le considere, su mente es humana, limitada. Su mente no llega siquiera al punto del Hombre nº 4 u Hombre equilibrado, cuanto menos al tipo de Hombre superior, al Adepto, al Iluminado, al nivel de un Buda, por ejemplo.

¿Dónde apunta esta afirmación? A que el Trabajo es el resultado de mentes semi-divinas o mentes fuera de este mundo que plantaron esta semilla de sabiduría en la Tierra en épocas antiquísimas. Apunta a que el Trabajo no es para ser discutido al modo normal que se discuten las cosas intelectualmente: para seguir siendo escépticos, para ponerlas en duda, para desde la mente sensual que está satisfecha de sí misma y de su saber y de sus posesiones materiales afirmar el ego. Al modo del que satisfecho por su éxito en la vida, de su fama no quiere comenzar algo que apunta más allá, fuera de la vida. No, el Trabajo es para aquellos que, intuyendo que contiene algún tipo de saber sobrehumano, sin embargo, sólo irán aceptándolo en la medida en que, al practicarlo, vean por experiencia propia interior y exterior sus maravillosos efectos en el aumento de nuestro ser y nuestra consciencia.

«Antes de empezar a explicarles de modo general sobre qué trata este sistema, y de charlar acerca de nuestros métodos, quiero grabar particularmente en sus mentes que las ideas y principios más importantes del sistema no me pertenecen. Esto es principalmente lo que los hace valiosos, porque, si me pertenecieran, serían como todas las otras teorías inventadas por las mentes corrientes: sólo darían una visión subjetiva de las cosas.
Cuando comencé a escribir, en 1907, Un Nuevo Modelo del Universo, me formulé, como muchas otras personas antes y desde entonces, que detrás de la superficie de la vida que conocemos, hay algo mucho mayor y más importante. Y entonces me dije que hasta que conozcamos más acerca de lo que hay detrás, todo nuestro conocimiento de la vida y de nosotros es realmente desdeñable. Recuerdo una conversación de esa época cuando dije: "Si fuera posible aceptar como probado que la consciencia (o, como la llamaría ahora, la inteligencia) puede manifestarse aparte del cuerpo físico, podrían probarse muchas otras cosas. Sólo eso no puede tomarse como probado". Comprendí que las manifestaciones de la psicología supernormal, como la transferencia del pensamiento, la clarividencia, la posibilidad de conocer el futuro, la retrovisión del pasado, etc., no habían sido probadas. De modo que traté de hallar un método de estudio de estas cosas, y trabajé en esa línea durante varios años. […].De modo que empecé a buscar estas escuelas. Viajé por Europa, Egipto, India, Ceilán, Turquía y el Cercano Oriente; pero realmente fue más tarde, cuando ya había concluido estos viajes, que encontré en Rusia, durante la guerra, a un grupo de personas que estudiaban cierto sistema originalmente proveniente de las escuelas orientales. Este sistema comenzaba con el estudio de la psicología, exactamente como yo había comprendido que debía empezar.
La idea principal de este sistema era que no usamos siquiera una pequeña parte de nuestros poderes y fuerzas. Por así decirlo, tenemos en nosotros una organización grandísima y finísima, sólo que no sabemos cómo usarla. En este grupo empleaban ciertas metáforas orientales, y me dijeron que tenemos en nosotros una casa grande, llena de bellos muebles, con una biblioteca y muchas otras habitaciones, pero vivimos en el sótano y la cocina, y no podemos salir de allí. Si la gente nos habla sobre lo que esta casa tiene escaleras arriba, no le creemos, o nos burlamos de ella, o a eso lo llamamos superstición, o cuentos de hadas, ó fábulas.
Esté sistema puede dividirse en estudio del mundo, sobre ciertos principios nuevos, y estudio del hombre. El estudio del mundo y el estudio del hombre incluyen en sí una suerte de lenguaje especial. Tratamos de usar palabras corrientes, las mismas palabras que empleamos en la conversación ordinaria, pero les asignamos un significado levemente diferente y más preciso.
El estudio del hombre está estrechamente conectado con la idea de la evolución del hombre, pero ésta deberá entenderse de un modo levemente distinto del corriente. Por lo común, la palabra evolución aplicase al hombre o a algo más que presuponga una especie de evolución mecánica; quiero decir que ciertas cosas, por ciertas leyes conocidas o desconocidas, se transforman en otras cosas, y estas otras cosas se transforman aún en otras cosas, y así sucesivamente. Pero desde el punto de vista de este sistema, tal evolución no existe: no hablo en general, sino específicamente del hombre. La evolución del hombre, si ocurre, sólo puede ser el resultado del conocimiento y del esfuerzo; mientras el hombre sólo conozca lo que puede conocer del modo corriente, para él no hay evolución ni la hubo jamás.
En este sistema, el estudio serio comienza con el estudio de la psicología, es decir, con el estudio de uno mismo, porque la psicología no puede estudiarse, como ocurre con la astronomía, fuera de uno mismo. El hombre tiene que estudiarse. Cuando me dijeron eso, e inmediato advertí que no tenemos método alguno de estudio de nosotros mismos y ya poseemos muchas ideas equivocadas acerca de nosotros. De modo que comprendí que debemos librarnos de la ideas equivocadas acerca de nosotros y al mismo tiempo encontrar los métodos para estudiarnos.
¿Tal vez comprenden qué difícil es definir lo que significa psicología? Hay tantos significados atribuidos a las mismas palabras en los diferentes sistemas que es difícil tener una definición general. De modo que empezamos definiendo a la psicología como el estudio de uno mismo.
Ustedes tienen que aprender ciertos métodos y principios y, de acuerdo con estos principios y usando estos métodos, tratarán de verse desde un nuevo punto de vista.»
(Ouspensky, El Cuarto Camino, Editorial Kier, Buenos Aires, 2000, págs. 7-8).