Los ciegos ante el ser trascendente

“Los ciegos para el Ser pasan, incluso, por ser los únicos que ven de verdad.”
Martin Heidegger

domingo, 27 de julio de 2008

Leadbeater: Las Tres Grandes Verdades


Leadbeater es uno de los grandes exponentes de la Sociedad Teosófica de los primeros tiempos. Es un gran vidente que conoció personalmente a altos exponentes de la Jerarquía espiritual planetaria.

Sus obras, -donde manifiesta un conocimiento no solamente teórico sino empírico de la Sabiduría Eterna ya que las varias iniciaciones mayores que había recibido le proporcionaban la capacidad de investigar otros mundos o planos sutiles de conciencia así como realizar el bien en ellos- le avalan como uno de los autores que mejor conocen y exponen la Sabiduría Eterna.

Expongamos el texto Las Tres grandes verdades, perteneciente a su Bosquejo Teosófico.

LAS TRES GRANDES VERDADES

Una de nuestras primeras obras teosóficas establece tres verdades absolutas que jamás pueden desaparecer completamente, aunque en ciertas épocas padezcan pasajeros eclipses, porque no haya quien las proclame. Estas verdades fundamentales son tan vastas y sublimes como la vida misma, y, sin embargo, tan sencillas como la mente del hombre más ingenuo. No puedo menos de diputarlas por los más importantes principios generales entre los que he de exponer.
Luego después formularé algunos corolarios de estas verdades fundamentales, y en tercer lugar enumeraré algunas de las ventajas que necesariamente resultan de estos conocimientos primordiales. En fin, después de haber bosquejado esquemáticamente las líneas generales del asunto, las examinaremos una por una y procuraré dar cuantas explicaciones complementarias quepan en esta obrita para aprovechamiento de los principiantes.

1ª Hay Dios. Es bueno. Es el gran vivificador que mora en nosotros y fuera de nosotros. Es inmortal y eternamente bienhechor. No se le puede oír ni ver ni tocar, y, sin embargo, lo percibe quien percibirlo desea.
2ª El hombre es inmortal. La gloria y el esplendor de su porvenir no tienen límites.
3ª El mundo está regido por una divina ley de absoluta justicia, de modo que cada hombre es en realidad su propio juez, el árbitro de su propia vida, que a sí mismo se procura gloria o ignominia, premio o castigo.

COROLARIOS

De cada una de las precedentes verdades primordiales se deducen varias subalternas que las explican y corroboran.

De la primera se deducen las siguientes:

1ª A pesar de las apariencias, todo está combinado con inteligencia y precisión para producir el bien. Todos los sucesos, por deplorables que parezcan, acaecen en realidad tal y conforme deben acaecer. Todo cuanto nos rodea propende a auxiliarnos y no a embarazarnos; pero es necesario comprenderlo.
2ª Puesto que el plan del universo converge a favorecer el progreso humano, deber notorio del hombre es aprender a comprenderlo.
3ª El hombre que ha llegado a comprender este plan tiene también el deber de cooperar inteligentemente a su realización.

De la segunda verdad fundamental se derivan las siguientes:

1ª El hombre real es un alma con cuerpo accesorio.
2ª El hombre debe tomar el alma por punto de vista para mirar todas las cosas, y cada vez que en su interior surja un conflicto, identifíquese con la parte más elevada de su ser y no con la inferior.
3ª Lo que comúnmente llamamos vida. humana no es sino un día de la verdadera y eterna vida.
4ª La muerte tiene mucha menos importancia de la que generalmente se le da. No es en modo alguno el fin de la vida, sino el paso de un estado a otro de la misma.
5ª El hombre tiene tras sí en su pasado una inmensa evolución cuyo estudio es en extremo interesante e instructivo.
6ª Igualmente tiene ante sí, en su porvenir, una admirable evolución cuyo estudio es todavía más interesante e instructivo.
7ª Es absolutamente cierto que el alma humana acabará por alcanzar la meta que le está señalada, por mucho que parezca haberse desviado de la línea de evolución.

De la tercera verdad fundamental se deducen las siguientes:

1ª Cada pensamiento, cada palabra y cada obra produce un resultado definido que no es un premio o castigo exterior, sino consecuencia indeclinable del pensamiento, de la palabra o de la obra con los que se relaciona, como el efecto con la causa, a manera de dos partes inseparables de un todo.
2ª Por deber y por interés propio ha de estudiar el hombre a fondo la ley divina, a fin de resignarse a ella y aprovecharla como aprovecha las demás leyes de la naturaleza.
3ª Es necesario que el hombre tenga absoluto dominio de sí mismo, a fin de regular juiciosamente su vida de conformidad con la ley divina.

VENTAJAS QUE ALLEGA ESTE CONOCIMIENTO

Cuando nos asimilamos plenamente este conocimiento, cambia tan por completo el aspecto de la vida, que fuera imposible enumerar todas las ventajas que de ello dimanan. Sólo mencionaré unas cuantas de las principales direcciones en que se manifiesta el cambio, y por poco que el lector reflexione, advertirá, sin duda, algunas de las innumerables ramificaciones que parten de estas ramas troncales.

Entiéndase bien, sin embargo, que no producirá estas mudanzas un conocimiento vago e indeterminado, pues cualquier creencia análoga a la que generalmente profesan los hombres por razón de los dogmas de sus respectivas religiones, sería ineficaz en absoluto, ya que semejantes creencias en nada modifican el género de vida. Pero si creemos en estas grandes verdades como en las demás leyes de la naturaleza, como creemos, por ejemplo, que el fuego quema y que el agua moja, entonces será inmenso el efecto que en nuestra vida produzcan, pues la fe que tenemos en la inmutabilidad de las leyes naturales nos obliga a conformar nuestros actos con estas leyes. Convencidos de que el fuego quema, tomamos las precauciones necesarias para evitar la quemadura; y sabiendo que el agua. ahoga, procuramos no poner pies en falso si no somos buenos nadadores. Pero estas creencias particulares son precisas y efectivas porque se basan sobre el conocimiento confirmado por la experiencia cotidiana; y por la misma razón, las creencias del estudiante de Teosofía son para él igualmente reales y precisas. Así es que de dichas creencias teosóficas dimanan las ventajas siguientes:

1ª Logramos comprender la razón de ser de la vida. Aprendemos cómo y por qué hemos de vivir, y nos convencemos entonces de que vale la pena de vivir cuando se comprende bien la vida.
2ª Aprendemos a gobernarnos y por consiguiente a desenvolvernos.
3ª Aprendemos la mejor manera de ayudar a quienes amamos, de ser útiles a todos aquellos con quienes nos ponemos en contacto, y después a toda la especie humana.
4ª Aprendemos a mirar siempre las cosas desde el más elevado punto de vista filosófico, y nunca desde el ínfimo punto de vista de la personalidad.

Por consiguiente:

5ª Ya no nos parecen tan graves las penas de la vida.
6ª Ya no nos parecen injustos los sucesos que en nuestro derredor acaecen, así. como tampoco nuestro propio destino.
7ª Se desvanece el temor a la muerte.
8ª Se mitiga en gran manera el dolor que nos causa la muerte de las personas queridas.
9ª Adquirimos nuevas ideas acerca de la vida que sigue a la muerte, y comprendemos el papel que ésta desempeña en nuestra evolución.
10ª Quedamos libres de tormentosas preocupaciones de orden religioso, tanto en lo que a nosotros cuanto en lo que a nuestros amigos concierne, como por ejemplo, los temores relativos a la salvación del alma.
11ª Cesa toda ansiedad respecto a nuestro destino futuro, y vivimos en perfecta y serena paz.

(C.W. LEADBEATER, BOSQUEJO TEOSÓFICO, An Outline of Theosophy – A Simple Elucidation of Theosophical Principles, Theosophical Publishing Society, London, 1902, Capítulo II, Las tres grandes verdades, Corolarios, Ventajas que allega este conocimiento).

miércoles, 9 de julio de 2008


He visto castillos derrumbarse,
cielos abiertos por la ira,
ríos de lágrimas impotentes
por vidas sesgadas de la faz de la tierra.


Arboles que lloran,
suelos que se lamentan,
mares que rugen
y vientos que gritan.


pero jamás he visto alejarse la paz del alma
del hombre que ama,
el que expira sabiduría,
aquel que vela el huerto de su interior.