Los ciegos ante el ser trascendente

“Los ciegos para el Ser pasan, incluso, por ser los únicos que ven de verdad.”
Martin Heidegger

jueves, 26 de mayo de 2011

¿Colonización o liberación?



“Colonización” significa la ocupación de un espacio -el del colonizado- por un grupo -el colonizador-, aplicándose a grupos humanos y a los de otras especies. En el caso humano y aplicado a la cultura es la influencia o dominación de una cultura por otra. Yo veo la colonización cultural íntimamente relacionada con los conceptos de “identidad”, “alteridad”, “ideología” y “utopía”.

No existe pueblo sin identidad y ésta se manifiesta en el “imaginario social”, que constituye su mentalidad, conciencia colectiva o ideología. Sin embargo, éste, evoluciona y cambia. Todo lo quieto y petrificado está muerto. De aquí que la alteridad o lo extraño a una cultura ha de vivificar a ésta siempre que lo haga de modo natural, voluntario y aceptado.

¿Cuándo existen claros indicios de colonización cultural?

Hay colonización cultural cuando estos elementos extraños a una cultura se implantan en ella por el atolondrado seguimiento de modas o tendencias artísticas, intelectuales, filosóficas o ideológicas impulsadas por mecanismos de control de masas. Cuando existe el prejuicio de la superioridad de lo ajeno sobre lo propio. Cuando los intereses de ciertos grupos fomentan este aceptar atolondrado. Cuando se margina a los que no se someten a estas modas.

La utopía trata de actualizar las potencialidades de un pueblo que esté anquilosado en unas tradiciones usadas para esclavizarlo. Facilita el alcanzar una identidad enriquecida con lo nuevo que potencie los valores de este pueblo. La ideología y la utopía se complementan porque parten del mismo suelo referencial de la identidad cultural, realidad no petrificada ni dogmática.

El juego entre identidad y alteridad a nivel de la persona es análogo a la dialéctica que mantienen a nivel de pueblo o comunidad el binomio ideología y utopía. Por una parte, la identidad y la ideología representan los valores actuales que mantienen la unidad narrativa de la persona o de la comunidad, -el modo de entenderse a sí mismas- respectivamente. Por otro lado, la alteridad y la utopía es lo ajeno, que viene de fuera, a interactuar con la identidad y la ideología y a enriquecerlo o bien corromperlo, según los casos.

Depende de en qué parte se sitúe lo esclerotizado y lo esclavizante, para que se de este enriquecimiento o liberación de las identidades personales o grupales o bien se inauguren nuevas servidumbres esclavizantes, ante aquello -aparentemente utópico- que adviene para colonizar una cultura, sin haber sido llamado, ni deseado, ni responder a los auténticos bienes y valores del ser humano.

En nuestro confuso mundo debemos estar despiertos a todo aquello que, bajo disfraz de lo nuevo, introduzcan falsas utopías de felicidad en relación a la persona, la familia, el arte, las cosmovisiones... y saber discernir si en verdad es algo que colabora a la liberación de tradiciones esclavizantes presentes en nuestra cultura (que las hay) o se trata de tendencias falsamente liberadoras que tratan de disolver aquello que necesitamos para realizarnos personal, familiar, social y espiritualmente.