Los ciegos ante el ser trascendente

“Los ciegos para el Ser pasan, incluso, por ser los únicos que ven de verdad.”
Martin Heidegger

sábado, 29 de octubre de 2011

El instrumento de la palabra



La palabra es una "forma" o entidad y como tal posee un alma o contenido. Su cuerpo está compuesto de vibraciones sonoras, su alma es el pensamiento y sentimiento que transmite. En este sentido hay que considerar dos aspectos de la palabra, uno interno y otro externo.

Cuando pensamos algo se produce una emisión de energía o de ondas puramente mentales -y esto está confirmado por la ciencia que capta estas ondas de nuestro cerebro y las presenta en gráficos, imágenes, etc. Es esta una "palabra" interior, una vibración de energía mental más o menos vigorosa. Esta "forma" mental se transmite por el espacio exterior a nosotros llevando sus vibraciones armónicas o inarmónicas para la vida, para otras personas. Por tanto podemos construir y destruir con los pensamientos. Por esto se dice en los evangelios que el que odia a su hermano ya le mató en su corazón.

Con estas "palabras" podemos, por tanto, ayudar a construir un mundo mejor o peor; podemos llenar la atmósfera mental que nos circunda con energía positiva o negativa con las formas mentales positivas -de vida- o negativas -contrarias a la armonía y a la vida-.

En el segundo aspecto, Cuando emitimos físicamente la palabra y otro la escucha, también podemos llevar alegría o tristeza a otros; dar energía o quitarla al que tenemos al lado; animar o desanimar; hablar bien de otros o difamarles creando conflictos graves y menos graves.

Por todo ello, la palabra es una herramienta, es un arma para construir o destruir y aquel que busca un desarrollo consciente de su identidad en el amor y la sabiduría debe estar atento a lo que piensa y a lo que dice con gran responsabilidad.