La palabra es una "forma" o entidad y como tal posee un alma o contenido. Su cuerpo está compuesto de vibraciones sonoras, su alma es el pensamiento y sentimiento que transmite. En este sentido hay que considerar dos aspectos de la palabra, uno interno y otro externo.
Cuando pensamos algo se produce una emisión de energía o de ondas puramente mentales -y esto está confirmado por la ciencia que capta estas ondas de nuestro cerebro y las presenta en gráficos, imágenes, etc. Es esta una "palabra" interior, una vibración de energía mental más o menos vigorosa. Esta "forma" mental se transmite por el espacio exterior a nosotros llevando sus vibraciones armónicas o inarmónicas para la vida, para otras personas. Por tanto podemos construir y destruir con los pensamientos. Por esto se dice en los evangelios que el que odia a su hermano ya le mató en su corazón.
Con estas "palabras" podemos, por tanto, ayudar a construir un mundo mejor o peor; podemos llenar la atmósfera mental que nos circunda con energía positiva o negativa con las formas mentales positivas -de vida- o negativas -contrarias a la armonía y a la vida-.
En el segundo aspecto, Cuando emitimos físicamente la palabra y otro la escucha, también podemos llevar alegría o tristeza a otros; dar energía o quitarla al que tenemos al lado; animar o desanimar; hablar bien de otros o difamarles creando conflictos graves y menos graves.
Por todo ello, la palabra es una herramienta, es un arma para construir o destruir y aquel que busca un desarrollo consciente de su identidad en el amor y la sabiduría debe estar atento a lo que piensa y a lo que dice con gran responsabilidad.
La palabra és un mántram unificado o destructor.
ResponderEliminarElla emite notas, sonidos, clores, formas de todo tipo en la atmósfera.
Gracias.
Un abrazo.
Gracias por el comentario, Olga. Comprender la fuerza de la palabra y su uso adecuado es una gran tarea a realizar.
ResponderEliminarUn abrazo.