Los ciegos ante el ser trascendente

“Los ciegos para el Ser pasan, incluso, por ser los únicos que ven de verdad.”
Martin Heidegger

lunes, 12 de noviembre de 2012

Identidad y sabiduría




La identidad, cuando se convierte en un fuego cerebral ardiente nos lleva a la perdición.

Nunca ha estado la verdad ni la profundidad de la sabiduría en ninguna identificación, pues toda identificación se aleja de la sabiduría y se acerca en mayor o menor grado a la adscripción partidista como primer escalón de la subida que lleva a todo fanatismo desde el principio de los tiempos.

Toda postura surge de alguna fuente de pensamiento -o de no pensamiento cuando se trata de algún sentimiento o emoción que no se hace consciente-; de un pensamiento que, naturalmente, tiene sus antecedentes y su historia, siendo por lo tanto esa postura u opinión absolutamente determinado o limitada en su naturaleza y propiedades de verdad.

Por esto, el "intervenir no interviniendo" es la posición en la vida del que actúa, es benevolente, hace lo que puede por sus semejantes en cada circunstancia, pero no ideologiza, no elucubra, no pretende que su posición vaya a causar un bien absoluto ni que no tenga alguna sombra de mal en sus consecuencias, aunque sean lejanas. 

En este mundo no hay nada perfecto y todo, incluso el bien que hacemos, se puede convertir en mal de alguna forma. Todo polo genera un anti-polo, toda idea su idea opuesta, toda adscripción sus oponentes.

Es por esto que el verdadero estilo intelectual y vital, huye de posturas demasiado "enrocadas". El ser demasiado "creyentes" en un sólo polo de la realidad, no produce ningún bien al mundo. 

Es necesario comprender que la razón plena es raro que esté en una sola postura dentro de los asuntos metafísicos, religiosos, sociales, económicos, políticos e, incluso científicos. Con un sólo polo no circula la electricidad, hacen falta los dos polos, el Yin y el Yan, lo masculino y lo femenino, la luz y la oscuridad.

martes, 26 de junio de 2012

Valorarnos como seres humanos


Si valorásemos de verdad al ser humano, simplemente por ser humano, no discriminaríamos a nadie. El discriminar seres humanos proviene de inmadurez en la tabla de valores que alguien profesa.

Si su tabla de valores empieza por el dinero, discriminará según este canon. Si lo es la belleza, clasificará según este patrón. Si es un prejuicio de raza o de creencia, sucederá lo mismo: pondrá en el inferior nivel a los que pertenecen a la raza que no valora o a los que no creen lo mismo que él .

Cuando reflexionamos de verdad sobre la Unicidad de la realidad y sobre su consecuencia, es decir, que todos formamos parte del mismo Universo y estamos todos conectados, entonces valoramos a toda persona como si fuésemos nosotros mismos, aún en el caso de pensar que alguien necesita evolucionar en algún sentido; sin embargo, no nos consideramos más valiosos por eso.

Hay muchas personas que nos sobrepasarán depende en qué aspecto y, en este caso, no nos sentimos inferiores a ellos o no deberíamos sentirnos. Hagamos lo mismo cuando se trata del caso contrario.

En resumen, el valor esencial es: SER HUMANOS.