La identidad humana se construye en interacción con los demás. Se construye merced a múltiples factores. Estos factores se dan dentro de la cultura, en la sociedad, en el innumerable número de interacciones de pensamiento, sentimientos y acciones que intercambiamos con los demás. Entre estas interacciones se encuentran las que recibimos a través de los medios de comunicación y entre estas últimas las que nos envían los gobiernos. Por otra parte, estas interacciones deben ejercerse en un clima de respeto de todas las dimensiones del sujeto y ejercitando el ascendiente que todavía tiene el Estado sobre mentalidades no acostumbradas a la autonomía moral. En este contexto el adoctrinamiento de los ciudadanos por parte de gobiernos que presumen de demócratas es una nueva tendencia que merece urgentemente ser examinada.
Después de siglos de democracia, después de la superación de los adoctrinamientos comunistas y fascistas realizados a su propia población en los ámbitos culturales y educativos y tendentes a implantar en los ciudadanos una auto-percepción de la identidad chata, sesgada, que sólo resalte una de sus dimensiones; después de todo esto y de todo lo que ha llovido desde entonces en las democracias modernas, aparecen gobiernos como el de Chávez en Venezuela y como el de Zapatero en España (salvadas sean las diferencias) que se empeñan en decir a sus ciudadanos cómo deben vivir a pesar de proclamarse democráticos y haber surgido de unas elecciones que responden, más o menos en cada caso, al paradigma de la democracia.
En el caso de España el caso último concreto que motiva este artículo es la pretensión de decirnos cómo deben vivir su sexualidad las mujeres y los principios morales que deben adoptar y rechazar. En este caso se pretende reducir la personalidad o identidad de las mujeres a una sola dimensión del cuerpo, la del placer y, además, el placer reducido al placer del sexo. Esto, aparte de suponer una concepción absolutamente falsa de la identidad, pues la identidad supone múltiples dimensiones tales como la dimensión ético-moral, la dimensión biológica, la dimensión metafísica u ontológica (el hombre es un buscador del ser y de lo trascendente), la dimensión estética y, en fin, entre otras, la dimensión social, (ver mi tesis, Identidad y Ética. La dimensión ética del Sí mismo en la filosofía de Paul Ricoeur en http://www.esnips.com/doc/c349b878-74c5-4a5e-96a6-994dc1033ee3/IDENTIDAD_Y_ETICA), supone, además, el tomar al asalto el elemento sine qua non de todas estas dimensiones humanas, la libertad.
Pues bien, este gobierno, en ciertas medidas que toma, aparece, supuestamente, como retrógrado en lo moral a causa, por ejemplo, de su promoción mediante legislación de un aborto cuasi libre y de su ejecución por parte de mujeres (más bien niñas) que no saben o pueden decidir en múltiples cuestiones (como un implante mamario o como beber un cubata) y se pretende que decidan sin asesoramiento y consulta de los padres en tema tan grave como el aborto. Otro ejemplo es la nueva guía promovida por la ministra de igualdad Bibiana Aido con un canto a la excelencia y con toda una doctrina de la masturbación femenina, la cual se aconseja como excelente práctica. No, señores-as, la sexualidad humana es riquísima y tiene que ver con la mayor de las realizaciones potenciales del ser humano (la realización de los cuerpos sutiles: alma y espíritu) cuando está integrada en la vivencia familiar y en el amor mutuo.
En todo caso, edúquese de verdad (educación que está por los suelos y estamos a la cola de Europa) y déjese a la población española tranquila y gástese el dinero público en promover el empleo y la auténtica cultura y no en adoctrinamientos trasnochados que huelen a odio a todo lo trascendente al estilo de los ateos y materialistas dogmáticos del siglo XIX.
Da la impresión de que, aparte de la estupidización de la sociedad y de la oferta de paraísos donde todo el mundo pierda la poca potencia mental y de amor que les queda con el aborto, la masturbación, etc., se pretende, además, que la gente no piense. Y con este no-pensamiento adoctrinar a la sociedad en el aborregamiento de la psique humana para que se olvide de los más de cuatro millones de parados.
A esto se llama construir una identidad determinada por otro, deficitaria y sometida. En definitiva, al querer enseñar a abortar y masturbarse a las mujeres para que se consideren mujeres modernas -si no, no pueden serlo, claro-, los políticos que viven del cuento les quieren enseñar cómo pueden se felices sin tener contactos con los hombres, lo cual puede derivar fácilmente al lesbianismo (ahora que está de moda lo homosexual). ¿Es que consideran a los andaluces analfabetos y borregos? Una cosa es considerar el sexo como algo sucio y otra poner en marcha campañas tercermundistas.
Como si no hubiese temas en los que mejorar: El paro, la política industrial, la crisis económica, la justicia colapsada, la corrupción…